Desde Gailurretan os sugerimos qué ver en Santander en un día. Sin duda os faltará tiempo, pero se trata de aprovechar al máximo esta excursión o escapada, repleta de sorpresas junto al Cantábrico, donde cada rincón despierta emociones y te recuerda que aún con prisas hay tiempo para enamorarse de una ciudad.
Esencia marítima, gastronómica y cultural
Santander os atrapará por su carácter marítimo, su gastronomía y su atractivo anillo cultural. Para conocer Santander os vamos a proponer un itinerario bastante completo con las zonas que más merecen la pena y los edificios más emblemáticos de la Puebla Vieja y el ensanche. Pasea por sus calles y conoce la esencia de esta ciudad.
Ruta propuesta
Hemos diseñado una ruta circular que arranca junto a la Catedral de la Asunción y recorre 15 paradas imprescindibles. Si vas en tren, el cercanías Bilbao–Santander, con parada en Carranza, te deja en Plaza de las Estaciones, a un paso de la Catedral. Si prefieres el coche, el parking Alfonso XIII en el Paseo Pereda es tu mejor opción. Para casi todos los sitios que mencionaremos, el aparcamiento es de zona azul.
1. Catedral de la Asunción
Su imponente pórtico gótico te recibirá como un faro de historia y espiritualidad en pleno corazón de Santander, sentirás un salto al siglo XIII. En la parte inferior habita la parroquia del Santísimo Cristo; más arriba, la Nave de la Asunción culmina con una cúpula octogonal y un claustro que susurra leyendas medievales. A sus pies, la Plaza de las Atarazanas despierta con tiendas y cafés en la calle Lealtad y la peatonal Cádiz. Finalmente, no dejes de subir al Centro de Interpretación en la torre: Santander se extiende a tus pies como un tapiz marino. ,
2. Centro Botín
Cuando llegues a los Jardines de Pereda, alza la mirada y descubrirás que el edificio de Renzo Piano parece flotar sobre el agua. Por ejemplo, sus pasarelas de acero evocan la proa de un barco de ensueño. Luego, explora sus exposiciones y talleres y, a continuación, sube por las escaleras exteriores. Desde lo alto, la bahía te regala una panorámica que dejará tu pulso acelerado.
3. Jardines de Pereda y alrededores
Frente al Cantábrico, los Jardines de Pereda invitan a un paseo pausado bajo la sombra de este pequeño bosque urbano. Asimismo, la estatua de José María de Pereda parece detener el tiempo, mientras que la Plaza de Alfonso XIII —popularmente conocida como de las Farolas— se ilumina con un brillo amable al caer la tarde. Por una parte, el Banco de España, con su aire de palacio renacentista, evoca años de bullicio financiero; por otra, el edificio de Correos, custodiado por leones de bronce, resguarda buzones centenarios que aún guardan ecos de cartas y secretos.
Seguidamente, entre fuente y fuente —desde la divertida “Los Meones” hasta la emotiva dedicada a Concha Espina— se alza el clásico edificio del Banco Santander, de 1875, coronado por estatuas que celebran arte, cultura, comercio y navegación. Finalmente, en el centro, la rotonda del Olivo emerge, silenciosa y rotunda, como el corazón del paseo, donde el murmullo del agua y el susurro de las hojas componen la banda sonora perfecta para saborear la esencia de Santander.
4. Paseo Marítimo
Primero, sigue el trazado del Paseo de Pereda y contempla las casas con balconadas al mar, herederas de estilos que abarcan desde el siglo XVIII hasta el XIX. A continuación, la Grúa de Piedra y el Palacete del Embarcadero (antigua aduana) son paradas obligadas. Después, sin quitar ojo al vaivén de las gaviotas, continúa hasta Puerto Chico, el antiguo puerto pesquero que aún late con historias.
5. Los Raqueros y Museo Marítimo
Frente al agua, el monumento a Los Raqueros inmortaliza a los niños que se lanzaban a por monedas. Muy cerca, una escultura recuerda al poeta José Hierro. El Museo Marítimo del Cantábrico te sumerge en la biodiversidad local: tiburones, moluscos y exposiciones interactivas te acercan al corazón del Cantábrico.
6. La Duna
Junto al Palacio de Festivales y al Planetario, La Duna de Zaera emerge como una grada natural frente al agua. Si te sientas aquí al atardecer, el azul del mar se funde con el verde de Pedreña y, en días claros, con la niebla que acaricia las cumbres de la Cordillera Cantábrica. Sin duda, arquitectura y paisaje se dan la mano en un espectáculo único.
7. El Soho santanderino
Desde Puerto Chico, la calle Hernán Cortés vibra con tiendas de creadores emergentes, galerías de arte y locales donde la música se cuela por la puerta. A un paso está la Plaza de Cañadío y la iglesia de Santa Lucía. Sin quererlo, acabarás en la Plaza Pombo, epicentro de tertulias futboleras y de café bajo soportales centenarios.
8. Funicular del Río de la Pila
Para cambiar de plano, sube al funicular (gratuito y en servicio de 6:00 a 24:00). En solo tres minutos llegarás a la estación superior, desde donde Santander despliega su mosaico de bahía, tejados y montañas.
9. Mercado del Este
El Mercado del Este, levantado en 1839 y rehabilitado con mimo, acoge puestos de pinchos y el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Prueba las gildas, las rabas y déjate llevar por el bullicio, porque aquí, ayer se comerciaba y hoy se celebra la vida urbana.
A pocos pasos, la iglesia del Sagrado Corazón, un templo neogótico erigido en 1914, vigila la plaza con sus esbeltas torres y ofrece un remanso de paz tras la animación del mercado. Entre la calle Arrabal y la del Medio late el auténtico espíritu del tapeo santanderino.
10. Refugio antiaéreo
Sumérgete en la memoria de la Guerra Civil bajando al refugio de la plaza del Príncipe. No apto para claustrofóbicos, ofrece una atmósfera cautivadora. Muy cerca, el Centro de Interpretación de los Antiguos Muelles acaba de abrir sus puertas, revelando vestigios portuarios de los siglos XVI al XIX.
11. Plaza Porticada
Al asomarte a la Plaza Pedro Velarde, sentirás el eco de la reconstrucción tras el incendio de 1941. Los pórticos neoherrerianos dibujan un escenario que, en los años cincuenta, fue plaza mayor de la música en España. Aquí se alzan el edificio de Defensa, el monumento a Velarde y restos de la muralla medieval. Bajo el pavimento, el Centro Arqueológico de la Muralla te cuenta la evolución de la ciudad desde el Medievo.
Desde la plaza, un corto paseo te lleva al Mercado de la Esperanza, con su lonja de hierro y sus puestos de frutas, verduras y productos locales donde la vida cotidiana bulle a primera hora. Al dejar atrás los aromas del mercado, asciende por la calle Alta hasta la fachada del Ayuntamiento, imponente con su reloj y balcones que han sido testigos de celebraciones y actos oficiales. Para cerrar este paseo, vuelve al punto de partida junto a la Catedral.
12. Barrio Pesquero
A la hora de comer puedes adentrarte en el latido auténtico de Santander: restaurantes de orilla, redes secándose al sol y conversaciones saladas. El Barrio Pesquero nació cuando los marineros se mudaron desde Puerto Chico y la industria atrajo gentes de toda Cantabria. Aquí repón fuerzas con un cocido montañés, rabas crujientes, anchoas caseras o un jugoso entrecot.
13. La Magdalena
Tras el almuerzo, visita la península de La Magdalena: 24,5 hectáreas de playas, jardines y un pequeño zoo. Si viajas con niños, el “magdaleno” —el tren turístico— hará las delicias de los más pequeños. A su vez, recorre la playa de Los Bikinis, sube al Embarcadero Real y admira el Faro de la Cerda. Finalmente, en la cima, el Palacio de la Magdalena (antigua residencia veraniega de Alfonso XIII y hoy sede de la UIMP) se alza como un regalo al atardecer. No te vayas sin explorar el muelle de las Carabelas, evocación de los viajes de Colón y las hazañas de Vital Alsar.
14. El Sardinero
A minutos de La Magdalena, El Sardinero seduce con su playa de 2 km y su aire aristocrático. El Gran Casino (1916) y el Hotel Sardinero dan la bienvenida a un barrio de chalés señoriales.
Desde los Jardines de Piquío, el Cantábrico se muestra en todo su esplendor. Luego, el Parque de Mesones ofrece un remanso de paz donde el sonido de las olas se convierte en banda sonora. Cuando el sol caiga, regálate un helado y contempla los reflejos dorados en el horizonte.
15. Faro del Cabo Mayor
Para el gran final, conduce hacia el noreste y alcanza el Faro del Cabo Mayor, encendido por primera vez el 15 de agosto de 1839. A 91 metros sobre el nivel del mar, su luz inquebrantable vigila acantilados y playas vírgenes. Inhala el aire salado, observa los riscos y siente cómo la naturaleza te envuelve en un abrazo infinito al atardecer.
¿Te animas a seguir el latido del Cantábrico? Organiza tu escapada de un día a Santander, recorre esta ruta al detalle y comparte tus instantes más inolvidables con #GailurretanSantander. ¡Nos vemos en la bahía!
En Gailurretan contamos con un enclave privilegiado. Nuestra casa rural se ubica en un rincón natural al occidente de Bizkaia en la frontera con Cantabria. Un lugar que además de su riqueza natural, cultural y gastronómica, te ofrece la posibilidad de aprovechar vuestra estancia para hacer un sinfín de excursiones. Entre ellas y a poco más de unos 60 km os proponemos una ruta circular de un día por los Valles Pasiegos.
Ruta por los Valle Pasiegos.
Esta ruta circular para realizar en automóvil te permite disfrutar y adentrarte en los contrastes y singularidades de esta comarca cántabra: valles intrincados, prados de intensos verdes, bosques con sus propias fábulas, altas montañas, incontables cabañas y pequeños pueblos diseminados que conservan una ancestral forma de vida.
Las tierras pasiegas están pobladas desde hace siglos, y eso se refleja en el paisaje de sus valles, que componen una unidad en lo relativo a la caracterización cultural y social de su comunidad campesina.
Breve historia de los valles pasiegos.
Antes de disfrutar de un día por los Valles pasiegos permítenos contarte algunas cuestiones para comprender mejor la belleza y idiosincrasia de esta comarca.
El término pasiego no se refiere únicamente al habitante de los Valles pasiegos. Este gentilicio define en origen una cuestión geográfica, el Pas era el río de paso (passus) porque en su cabecera, la ruta de Lesa o Aguasal permitía sortear la difícil orografía de la Cordillera Cantábrica cuando se retiraba la nieve de los puertos, y comunicaba esta zona de Cantabria con las merindades de Castilla.
En los Valles pasiegos persisten formas de vida tradicionales de gran interés, propiciadas por el aislamiento del medio geográfico debido a un relieve sumamente agreste y un clima frio y húmedo. Así, la vida pasiega ha estado ligada a la ganadería trashumante de vacuno, con un tipo de construcción autóctona la cabaña pasiega.
Trashumancia: La Muda.
Destaca una especial forma de trashumancia, la llamada Muda. Consiste en el desplazamiento de los animales con la llegada de la primavera a los pastos de altura, retornando a sus casas del valle con la llegada del otoño. Para ello se trasladan tanto los animales como las personas con todos los enseres, de cabaña en cabaña, hasta el punto que las familias pasiegas podían tener tres o cuatro cabañas distribuidas en distintos lugares según las zonas de pasto de ganado. Se trata por lo tanto de un pueblo seminómada y trashumante, si bien esta muda se mantiene siempre en el ámbito de los valles.
La Cabaña pasiega.
La cabaña pasiega, adaptada a su función de vivienda y establo temporal, es muy característica, con su cubierta de lastras de piedra arenisca oscura y su prado bien cercado. La vivienda consta de dos pisos: el inferior o establo y el superior, al que se accede por una escalera exterior, llamada patín, que sirve de almacén y habitación. El calor de los animales del piso de abajo sirve de calefacción para las personas que habitan en el segundo piso. Además presentan una rústica balconada de madera y se construyen herméticas para protegerse de los fríos vientos del norte.
Os llamará también la atención el tipo de poblamiento, sumamente disperso por la gran cantidad de pequeños barrios y por la separación de las cabañas entre sí. Se dividen en dos tipos, las temporeras y las vivideras. Las primeras se utilizan en las épocas de mayor rotación del ganado por los pastos, y las segundas, más solidas y mejor dotadas, se dedican a la vivienda en la temporada invernal. Muchas de ellas se ubican en lugares donde solo es posible acceder a pie.
Las Tres Villas Pasiegas: San Pedro del Romeral, Vega de Pas y San Roque de Riomiera son el mejor ejemplo de este modo de vida.
Mapa e itinerario por los Valles Pasiegos.
El recorrido que te hemos preparado para conocer en un día los Valles Pasiegos es de unos 90 km. Para ello, partiremos de Gailurretan tomando la autovía A-8 dirección Torrelavega (Santander). Luego nos adentraremos en sinuosas carreteras con bellos paisajes naturales que transitan por los valles de Pisueña, Toranzo, Pas, Carriedo y Miera. Atravesaremos típicos pueblos como Puente Viesgo, Vega de Pas, Selaya o Villacarriedo, para finalizar en el municipio de Liérganes, de nuevo junto a la A-8.
Valle de Pisueña: Castañeda.
La ruta parte desde la localidad de Castañeda, en la comarca del Pisueña, situada en la N-634. En este término municipal se encuentra una de las obras más importantes del románico en Cantabria, la Colegiata de la Santa Cruz. Se localiza en el barrio de Socobio junto al cementerio, rodeada de árboles muy notables. Fue levantada en el siglo XII, aunque tiene algún añadido posterior.
Puente Viesgo.
En el pueblo de Vargas tomaremos la N-623 hacia Puente Viesgo, localidad junto al Río Pas donde se encuentran las Cuevas del Monte Castillo, importante yacimiento prehistórico que alberga muestras de pinturas rupestres de hasta 30.000 años de antigüedad. Desde el siglo XVIII, cuenta con un balneario que aprovecha las aguas medicinales del manantial. Además posee una interesante iglesia construida en la década de los cincuenta. Junto a ella se alza el precioso Palacio de Fuentespila, actual Ayuntamiento, de corte regionalista.
Valle de Toranzo: Ontaneda y Alceda.
Continuando hacia el sur, dejaremos atrás San Vicente de Toranzo, puerta de entrada al hermoso Valle de Anievas, y llegaremos a Ontaneda y Alceda. Localidades que resaltan por su conjunto histórico de bellas casonas blasonadas.
En Bárcena de Toranzo se encuentra laAlfarería del Pas, un pequeño taller artesano y familiar donde se elaboran producciones limitadas de piezas tradicionales de la alfarería cántabra, bañadas en blanco.
Valle de Pas: Vega de Pas.
Desde Entrambasmestas, tomamos la CA-263 hacia Vega de Pas, capital de las villas pasiegas, donde podrás disfrutar de un espectacular entorno. Sus monumentos más significativos son la iglesia parroquial del siglo XVII y el sanatorio del Doctor Madrazo, de principios del XIX y obra singular en su época. La plaza de Vega de Pas concentra también una gran belleza arquitectónica por sus tradicionales construcciones con balconadas y calles empedradas.
No nos debemos olvidar de la repostería artesanal basada en la fabricación de los típicos sobaos y quesadas. Ambas gozan de un reconocido prestigio pudiéndolas encontrar en diversos obradores que las elaboran siguiendo la receta tradicional pasada de generación en generación.
Valle de Carriedo: Selaya y Villacarriedo.
Por la CA-262 y atravesando el Puerto de la Braguía se llega al valle de Carriedo. En su centro geográfico se encuentran los municipios de Selaya y Villacarriedo. Dos localidades destacadas por su arquitectura civil. En Selaya se ubica el palacio de Donadío. En Villacarriedo podemos ver el palacio barroco de Soñanes, el ejemplo más valioso de este estilo arquitectónico en la región. Edificado en el siglo XVIII, el palacio presenta dos impresionantes fachadas, profusamente decoradas. Junto al palacio, el colegio de los escolapios, donde se formaron importantes personajes de Cantabria, y que ha funcionado de forma ininterrumpida desde su fundación en 1746.
En cualquiera de estas dos localidades podemos hacer un alto en el camino para comer y reponer fuerzas con un típico cocido montañes por ejemplo.
Valle de Miera: San Roque de Riomiera.
El valle del Miera, con angostas gargantas excavadas en la roca por el río, es el más cerrado de la región, y en su encabezamiento se halla un circo glaciar. San Roque de Riomiera es una de las tres villas pasiegas. Zona eminentemente ganadera, con gran riqueza de pastos, al pie del Portillo de Lunada. Ofrece bellísimos parajes que en invierno, por su altitud, registran nevadas copiosas. El paisaje y los poblamientos rurales con sus típicas cabañas pasiegas son sin duda su principal atributo.
Partiendo de San Roque de Riomiera por la CA-260 se encuentra Liérganes.
Liérganes.
El final de la ruta de un día por los Valles Pasiegos es el momento adecuado para visitar Liérganes. Este núcleo urbano está asentado a los pies de dos pequeñas elevaciones: Marimón y Cotillamón, conocidas popularmente como «Las Tetas de Liérganes» por su parecido antropomorfo.
De indudable relevancia resulta el Barrio de El Mercadillo. Conjunto urbano, declarado de interés histórico-artístico nacional en 1978, concentra una valiosa arquitectura clasicista de los siglos XVII y XVIII, fruto del auge económico que la fábrica de artillería propició en ese período en la comarca. Además de las casonas populares de largas balconadas adornadas con flores, destaca el Palacio de Rañada, la iglesia de San Sebastián, la parroquial de San Pedro Ad Víncula, las casas de los Setién y los Cañones, las capillas del Humilladero y el Carmen y el puente nuevo. Si bien, el monumento más importante del municipio es el museo-palacio de Elsedo, ubicado en Pámanes. Una de las joyas arquitectónicas de la geografía regional que data del siglo XVIII.
Te presentamos 7 rutas de senderismo con cascadas singulares que discurren en algunos casos por parajes pocos conocidos que te deleitaran con entornos refrescantes y de gran belleza. Un aliciente más para pasear por los Montes de Ordunte, disfrutando de la fotografía y el senderismo.
Senderos fluviales con cascadas en el Valle de Carranza.
Nos encontramos en una de las zonas más bellas y desconocidas de Bizkaia. Carranza es un valle envuelto por un círculo de cadenas montañosas, por el que discurren numerosos torrentes de agua que, descienden entre estrechos barrancos, jalonados de multitud de llamativos saltos de agua, algunos de difícil localización.
El valle cuenta con numerosos atractivos turísticos, tanto por su riqueza histórico- patrimonial como por su interés natural, destacando importantes cuevas, bosques y cascadas. Entre estas últimas se encuentran el Chorreton, la de Rebedules o el Salto del Águila, además de otras muchas carentes de nombre. En su conjunto ofrecen al visitante vivir una experiencia natural de gran riqueza paisajística.
Un paseo de sensaciones por Karrantza.
Estos recorridos o paseos suponen un festival para los sentidos. La música de fondo de los riachuelos discurriendo por las laderas de Ordunte o precipitándose por una cascada. El frescor del agua o las sensaciones olfativas a humedad y a tierra mojada. La amalgama de sonidos del bosque. Una vegetación desbordante, con helechos enormes, lianas que trepan, troncos de formas irreverentes. La mirada teñida por un verde colonizador. Y, todo ello, en una armonía perfecta.
Cascada de El Chorretón en el arroyo Pozo Negro
Las cuatro estaciones de las cascadas de agua de Ordunte.
Al recorrer estas idílicas sendas nos las podemos imaginar en sus distintas estaciones. En otoño se mostraran en su plenitud y el bosque dará buena cuenta de ello con su explosión de marrones, rojos, naranjas y amarillos.
En el invierno se quedará pelado, dejando entrever los secretos que una tupida vegetación. Las lluvias harán que el agua corra en abundancia.Las cascadas se llegarán a congelar otorgando sus témpanos colgantes un aura misteriosa. La cordillera de Ordunteamanecerá blanca varias veces, para que el embalse y los cientos de arroyos rebosen. El bosque quedará aletargado.
La primavera hará de las cascadas uno de los espectáculos más bellos de la naturaleza. La caída del agua sobre las rocas, su sonido, frescor y entorno aumentaran el atractivo de las excursiones en esta época. Todo volverá a su máximo esplendor, especialmente el verde de los prados y las nuevas crías que en ellos pastaran.
Y así hasta un nuevo verano que sesteará el Valle pero en el que sus frondosos bosques y hayedos resultaran particularmente placenteros para quien se adentre en ellos. Su frescor y su sombra resultara un cobijo estupendo para los días largos de calor.
Si tienes la oportunidad de conocer algunas de estas cascadas del Valle de Carranza te recomendamos que lo hagas sobre todo en la época de lluvias de primavera y otoño.
7 Rutas de senderismo con cascadas por los Montes de Ordunte.
A continuación, os animamos a conocer algunos de estos saltos de agua que existen en los Montes de Ordunte y que no te dejarán indiferente. Te guiamos por estas sendas de agua y barrancos con descripciones detalladas para que planifiques tu excursión por estos parajes únicos.
Con estas 7 rutas de senderismo pretendemos dar a conocer el espectáculo que supone contemplar saltos de agua, arroyos que brotan de las entrañas de la tierra, humedales de gran valor ecológico y ríos que alientan un complejo y diverso ecosistema, que nos hacen disfrutar de una naturaleza salvaje y llena de vida.
La cascada El Chorretón se localiza en la vertiente septentrional de la Sierra de Ordunte, en las proximidades de La Calera del Prado. Para llegar a esta cascada debemos dirigirnos a La Calera del Prado. Después de atravesar su núcleo urbano encontraremos una vaqueriza y una ermita, que será el punto de partida de la ruta. Un corto trayecto que discurre por la margen derecha del curso alto del río Calera hasta llegar al salto y poza del Chorretón procedente del arroyo Pozo Negro. Justo aquí se funde junto con el arroyo procedente del Zalama en el río Calera.
Cascada de Rebedules (10 km)
El punto de partida es el paraje de Las Arreturas, desde donde nos dirigimos hacia el cercano comedero de buitres por una pista de tierra para antes de llegar desviarnos a la derecha por otra pista que nos llevara por la falda del monte Santipiña hasta el barranco del Pozo Negro donde podremos ver varios saltos de agua. Desde aquí y tras cruzar la pequeña presa cogeremos un estrecho sendero entre hayas para de repente descubrirnos en medio de la cascada de Rebedules. La vista compensa el esfuerzo.
Cascadas de La Argañeda (9 km)
La ruta parte del camino que va desde Aguasal a Salviejo. Tras cruzar un arroyo y antes de una fuerte pendiente tomamos la pista que discurre paralela al rio Argañeda en dirección a una balsa artificial que hay un poco más arriba. A medida que vamos cogiendo altura nos iremos encontrando con cascadas bastantes interesantes, algunas un tanto escondidas. Destaca la cascada Salto del Águila, una de las más bonitas del valle. Como todas las cascadas es importante cogerla en una época de lluvias para verla en todo su esplendor.
Cascada Salto del Águila en La Argañeda
Senda fluvial del barranco de Peñaranda (3,5 km)
Desde el barrio de Lanzas Agudas, en las faldas del Balgerri, nos dirigimos por la margen derecha del barranco de Peñaranda paralelos al río con su sonido en todo momento de fondo. Al cruzar un puente comenzamos a ascender, más adelante cuando la pista gira a la derecha camino de La Brena, de frente sale un sendero que prosigue el curso del río hacia la vaguada de El Espino. Hasta aquí hemos recorrido casi dos kilómetros por esta tranquila y cómoda senda fluvial. Momento de plantearnos retornar al punto de partida.
Cascadas del bosque Balgerri (7,5 km)
Los bosques de Balgerri ofrecen la posibilidad de realizar una ruta no demasiado exigente y amena que nos permitirá disfrutar de un conjunto de cascadas y torrentes. Partimos del barrio de Lanzas Agudas en dirección al hayedo de Balgerri, el hayedo más grande de Bizkaia, por una pista de tierra que sigue una curva de nivel. Un paseo rico en recursos naturales y vistas panorámicas. Atravesaremos hasta cuatro torrentes y varios bosques con hayas, robles, castaños y abedules. Al llegar a la cuarta cascada tomaremos la senda de Txorrandia para regresar de manera circular al lugar de inicio, recreándonos en la belleza y tranquilidad de estos bosques.
Sendero del río Bernales (9 km)
Desde el barrio de Pando nos dirigimos hacia las últimas casas de El Chorrote desde donde parte el camino que nos lleva por el barranco de Bernales paralelos al río, por su margen izquierda. Atravesaremos por un confuso sendero un bonito bosque de hayas, castaños y robles. Este paraje conocido como la Calleja los Abúos era empleado para la elaboración del carbón vegetal. Vadeamos el cauce abandonando la línea de fondo para salir de la zona arbolada y dirigirnos entre matorrales y brezos por Sal de Espinilla hasta un cruce de caminos donde arranca la cresta de la Maza del Pando, cuya cima queda a nuestra derecha. Desde sus faldas divisaremos unas bonitas vistas del Valle de Carranza.
Sendero del río Escaleras (7,5 km)
Llegaremos al barrio carranzano de Pando, donde nos desviamos a la izquierda en busca de un puente que enlaza con una pista de tierra. Aquí también podemos aparcar el coche. Remontaremos el cauce dejando a la derecha el río Escaleras que recoge en su caudal agua de diferentes riachuelos, dejándonos un bonito conjunto de pequeños saltos de agua hasta adentrarnos en el paraje conocido como la Calleja del Corzo. En el recorrido podremos apreciar además una gran variedad de flora.
Recomendaciones para cuidar del entorno
Debemos tener presente la necesidad de conservar y proteger estos valiosos espacios:
No arrancaremos plantas o flores.
Evitaremos abandonar residuos.
Transitaremos por los caminos y senderos sin tomar atajos.
Extremaremos las precauciones para evitar incendios. No tirar colillas.
Respetaremos la propiedad privad y comunal. En algunas rutas tendremos que abrir algún cercado debiendo cerrarlo para evitar que el ganado pueda salir.
Caso que nos acompañen perros debemos ser responsables y mantenerlos controlados para evitar que asusten a otras personas o animales.
Recuerda: la naturaleza debe dejar huella en nosotros, no nosotros en ella. Nos va la vida en ello.
La Iglesia de San Bartolomé de Aldeacueva te sorprenderá por ser un templo imponente y desmesurado que traspasa lo razonable, además de por el extraordinario entorno natural en el que se encuentra.
La Iglesia de San Bartolomé, localizada en el barrio de Aldeacueva, en el valle de Carranza, es un interesante edificio desde el punto de vista artístico y religioso, construido en el último cuarto del siglo XVIII, en el contexto histórico de la emigración a las Américas. Una etapa floreciente para el Valle en la que surgieron notables edificaciones, tanto de carácter civil como religioso.
EL LEGADO INDIANO DE PEDRO NEGRETE
La obra es fruto de la aportación económica de Pedro Negrete Sierra, oriundo de Aldeacueva. Un auténtico símbolo de la generosidad que mostraron los indianos de dicho valle. Pedro Negrete (1681-1749) alcanzó el grado de Capitán de los Reales Ejércitos, recibiendo en 1741 el hábito de Caballero de Santiago. Emigró a México donde amasó una gran fortuna, pero no retornó a su valle. Murió soltero y fue sepultado junto al altar mayor de la capilla de Nª Sª de Aránzazu de Santo Domingo en Ciudad de México.
Este mecenas carranzano quiso levantar en su pueblo, inicialmente, un templo similar a la catedral de San Miguel de México. Posteriormente, propuso la construcción de un Colegio de la Compañía de Jesús, pero tras su fallecimiento los albaceas testamentarios decidieron levantar una iglesia que sustituyera a la existente, que se encontraba en mal estado.
Para ello, Pedro Negrete no escatimó en medios. Había legado una cuantiosa suma de dinero al templo e hizo traer los planos de la capital azteca. Así, el cabildo de la iglesia inició la construcción encargando los planos para el nuevo templo al académico Juan Milla.
UN TEMPLO MONUMENTAL
El proyecto data de 1740 aunque se paralizo durante 35 años. El templo se alzó a partir de 1789, consagrándose en 1794. La iglesia es realmente reseñable por su tamaño que, al estar ubicada sobre una colina, aumenta aun más la sensación de grandeza. Asimismo, destaca la escasez de elementos decorativos y su refinado diseño. Está catalogada como una de las iglesias más emblemáticas de Bizkaia del siglo XVIII.
Juan Milla tuvo la difícil misión de adecuar la traza barroca de la iglesia de San Miguel (1690-1714) a los nuevos gustos del momento. De ahí que eliminara gran parte de los elementos barrocos del proyecto inicial, resultando la obra una propuesta un tanto indefinida, a medio camino entre un barroco contenido de tradición escurialense y un neoclasicismo aún no del todo asimilado en los aspectos formales aunque sí en su concepción espacial. Así pues, se podría clasificar de estilo Temprano Neoclasicista.
Este tracista era delineante del famoso arquitecto Juan de Villanueva, artista de transición hacia el neoclasicismo y muy afecto a la tradición clasicista del siglo XVII. Los encargados de la obra fueron el arquitecto Antonio Vierna, natural de la Trasmiera y el cantero, también montañés, Francisco Sierra.
PATRIMONIO HISTÓRICO Y ARTÍSTICO
Este edificio, de grandes dimensiones, se organiza en una planta cuadrangular en forma de cruz griega inscrita dentro de un rectángulo, más otros cuatro espacios en las esquinas y sacristía alineada con el ábside. A los pies se sitúa el coro, en alto, entre estancias que sirven de paso a las escaleras de acceso a las torres que flanquean la fachada.
El edificio está soportado con columnas frenteadas por pilastras de orden toscano, que sostienen un entablamento dórico con friso liso y una resuelta cornisa corrida y quebrada. Estos elementos estructurales se aparejan en sillería, magníficamente labrada, mientras que el resto de los muros se presentan revocados.
La iglesia presenta una estructura compleja en su cubierta. En la parte central, el crucero, obra una cúpula ciega con una techumbre octoganal y, en el resto de las estancias, la cabecera y los brazos del crucero, unos cañones cubiertos a tres aguas. En su exterior se aprecia claramente esta composición modular de prismas cúbicos escalonados hacia el centro. La iluminación se realiza a través de vanos rebajados que se abren en los brazos del crucero.
En la fachada principal, de sillería de estilo herreriano evocando las obras de los seguidores del arquitecto Juan de Herrera (autor de El Escorial), la entrada se sitúa bajo un arco de medio punto sujeto por pilastras gigantes. Sobre la puerta adintelada aparece un tímpano de forma semicircular con un óculo, rematado con un frontón recto.
CAMPANAS DE SAN BARTOLOMÉ
Esta fachada está flanqueada por una torre a cada lado con vanos semicirculares en su parte superior, que se coronan con pináculos de bolas y que hacen la función de campanario. Actualmente cuenta con tres campanas y en dos de ellas se muestra la fecha – 1952 -, la tercera campana es original y conserva la inscripción «MDCCLXXXX», también se vislumbra la ilegible firma del autor.
Respecto del mobiliario, desaparecido casi todo, lo más interesante es la historia del martirio de San Bartolomé, obra incompleta, en madera, del escultor cortesano José Guerra, de 1791. Es de reseñar también un lienzo moderno de la Virgen de Guadalupe.
Cómo llegar a la Iglesia de San Bartolomé de Aldeacueva.
Para llegar a la Iglesia de San Bartolomé de Aldeacueva desde nuestra Casa Rural / Restaurante Gailurretan lo primero es dirigirnos hacia el cercano barrio de Concha. Tras rebasar el chalet “Portillo” en La Tejera debemos cruzar el puente que hay frente a la Casa de Cultura para tomar la carretera BI-4672 hacia Aldeacueva. Aquí podremos estacionar junto a la iglesia.
Si queremos dirigirnos desde el ayuntamiento de Karrantza, sito en el barrio de Concha, seguiremos el letrero hacia “Lanzas Agudas”. Enseguida tomaremos un desvío a la derecha, frente a la citada Casa de Cultura, en dirección al barrio de Aldeacueva por una tranquila carretera de montaña en subida. La iglesia nos sorprenderá de repente en lo alto de una loma.
San Bartolomé abre sus puertas y celebra misa en agosto con motivo de las fiestas del santo. El resto del año permanece cerrada.
Lugares de interés cercanos a la iglesia de Aldeacueva.
Junto a la iglesia de San Bartolomé se encuentra una pequeña área recreativa. Se extiende, desde el frontal de la iglesia, por la ladera que hay entre la carretera y el alto del cerro. La mayor parte de las mesas se encuentran a la sombra de un pequeño bosque de rebollos y castaños. Quienes prefieran el sol, hay una agradable campa en uno de los laterales del templo, desde donde se puede disfrutar de unas hermosas vistas.
Cueva de Aldeacueva
En la parte baja del barrio, al pie de la peña existe una de las cavidades del valle en las que se han descubierto restos de enterramientos prehistóricos. Tiene una boca espectacular de 41 m. de ancho por 15 m. de alto, y se interna unos 140 metros por las entrañas de la tierra.
Aquí se encontró una necrópolis infantil, con vestigios de incineraciones, datada por los especialistas en el período eneolítico. Asimismo, se hallaron fragmentos de cerámica y colgantes.
Monte Cotobasero
El barrio de Aldeacueva es un buen punto de partida para la ascensión al monte Cotobasero (829 m.). Un privilegiado balcón con magníficas vistas de todo el Valle de Carranza. Es una cómoda ruta, plagada de monumentos megalíticos.
Además de descubriros el secreto que oculta la Iglesia vieja de Biañez, os contaremos un poco la historia y curiosidades que rodean a las dos iglesias de este barrio carranzano.
La Iglesia vieja de Biañez cuenta con una obra de gran interés artístico. Se puede decir que única en la cornisa cantábrica y que cada año atrae a numerosos visitantes.
Continuad con nosotros y os desvelaremos el misterio. Para ello, os pondremos antes en contexto.
LAS DOS IGLESIAS DE BIAÑEZ
Biañez es uno de los barrios de Karrantza. El municipio de más superficie de toda Bizkaia que cuenta con casi medio centenar de barrios, muy diseminados por su extenso valle. En este barrio se encuentran por ejemplo el Karpin Abentura y la Casa de Espiritualidad de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia asentada en lo que fue una casa de indiano conocida como “La Huertona”, junto a dos iglesias consagradas a San Andrés, la vieja y la nueva. Esta particularidad, la de contar con dos iglesias, no sucede en ningún otro barrio del valle.
La Iglesia nueva y más grande está en el centro del barrio. Se inauguró en 1885, y es la que hoy en día se utiliza. Su construcción se llevó a cabo bajo mecenazgo del indiano Romualdo Chavarri, natural de este pueblo y gran benefactor del valle. El templo muestra las corrientes neomedievalistas que imperaban en la arquitectura religiosa de la época.
Iglesia nueva de San Andrés de Biañez
La antigua, se ubica al lado del cementerio, pudiéndose apreciar desde la cuesta que sube al centro del pueblo. Fue construida en 1497 y cerrada al culto en 1884, cuando se construyó la nueva. Es de estilo gótico de finales del siglo XV, propio del territorio.
VIEJAS COSTUMBRES.
En relación con el cambio de feligresía de una iglesia a otra cabe realizar un inciso. Antiguamente existía la costumbre de hacer los enterramientos en el interior de las iglesias, pues se tenía la creencia que cuando uno moría cuanto más cerca del altar de su iglesia le sepultaran más cerca de Dios estaría. Así, era norma que los linajes acaudalados pagaran al cura para ser inhumados lo más próximo posible al ara. Sin embargo, a finales del siglo XVIII un decreto de la Corona prohíbe esta tradición por razones de salubridad; comenzándose entonces a construir cementerios al aire libre en las inmediaciones de los templos.
En Karrantza este decreto empezó a aplicarse ya en el siglo XIX, siendo coetáneo con el potentado indiano Romualdo Chávarri de la Herrera (1819-1899), persona de fuertes convicciones religiosas y que deseaba ser enterrado en la iglesia de su pueblo cerca del altar. Para sortear esta norma, Romualdo Chávarri decidió comprar la iglesia de San Andrés de Biañez. Tras convertirla en propiedad privada, la reformó mandando construir una cripta debajo del altar, donde reposar en un sencillo sepulcro.
De esta manera, la antigua iglesia pasa a convertirse en un privilegiado panteón familiar. Para compensar a los vecinos que habían perdido su lugar de culto, fue por lo que encargó levantar la nueva iglesia y un cementerio.
En la actualidad la vieja iglesia se ha reconvertido en un museohistórico del Valle de Carranza con distintas salas didácticas de exposición. Estas salas coinciden con las diferentes habitaciones en que Romualdo dividió el edificio religioso para dar alojamiento a unas beatas que se hicieran cargo de su panteón.
Antigua iglesia de San Andrés de Biañez
EL INDIANO ROMUALDO CHAVARRI
¿Quién era realmente Romualdo Chávarri? Se puede contestar afirmando que uno de los mayores benefactores del valle, y por ende uno de sus personajes ilustres.
Romualdo Chávarri y de la Herrera nació en el barrio carranzano de Biañez en 1819. Era hijo de Francisco Chávarri Allende, un arriero que prosperó con el traslado de mercancías a Madrid. Estudió en Madrid y en 1842, con 23 años, a pesar de no ser de condición humilde emigró a Puerto Rico, donde ya residían algunos parientes. Allí comenzó a trabajar como dependiente en una mercería, convirtiéndose con el tiempo en socio y finalmente en propietario del negocio. Con el comercio de textiles y otras manufacturas logró atesorar una gran fortuna. En 1874, con 55 años, regresó a España y se instaló en la capital, donde incrementó notablemente su patrimonio con inversiones bursátiles e inmobiliarias.
A pesar de su fortuna y de la moda de la época por parte de los enriquecidos indianos no se construyó una residencia en su Karrantza natal pero si realizó importantes aportaciones en la década de los ochenta del siglo XIX. Entre las grandes obras que realizó por su pueblo natal cabe destacar la construcción de la nueva iglesia parroquial, el cementerio, los salones de escuela, el lavadero, la fuente pública, el abrevadero, la traída de aguas y la carretera de enlace con la general Karrantza–Bilbao. Todos estos proyectos fueron diseñados precisamente por el ingeniero Urbano Peña Chávarri (1852-1941), sobrino de Romualdo. Además donó grandes sumas de dinero para el Hospital Asilo y para que el ferrocarril Bilbao–Santander pasara por Karrantza, nada menos que diez millones de pesetas de la época.
Romualdo Chávarri murió soltero en 1899 repartiéndose su fortuna entre sus catorce sobrinos.
UNA ESTATUA DESAPARECIDA
Tras su fallecimiento, con motivo de unas obras de reforma, realizadas en 1902, en las escuelas que este benefactor había fundado en Biañez, otro de sus sobrinos, José Peña Chávarri (1845-1909), encargó y costeó la ejecución de dos copias en bronce de una escultura con su figura, representada de cuerpo entero sentado sobre una silla, destinadas a decorar los salones de las escuelas de niños y niñas.
Las piezas, que fueron fundidas en los talleres de Masriera y Campins de Barcelona, son obra del escultor catalán Josep Montserrat Portella (1860-1923), discípulo de José Reyneés, y guarda gran parecido con la que hay del escritor Antonio María de Trueba en los Jardines de Albia de Bilbao.
Aunque en principio estaban destinadas a decorar los salones del centro escolar, finalmente, una de ellas fue colocada junto a la capilla panteón de la familia Chávarri y la otra delante de la iglesia nueva de San Andrés de Biañez, rindiendo así Karrantza su particular homenaje a este personaje ilustre.
Escultura de Romualdo Chavarri frente a la Iglesia nueva
Desgraciadamente, en mayo de 2012, una de estas dos esculturas gemelas, en concreto la que se encontraba en el recinto de la iglesia vieja de San Andrés de Biañez, fue robada a plena luz del día. Si bien, debido posiblemente a las prisas y a su peso, no se pudieron llevar toda la pieza. Solo sustrajeron la imagen del filántropo, dejando la peana que la sustentaba, igualmente de bronce y de unos 200 kg de peso.
LA HUELLA DE LA MASONERIA.
Otra de las intrigas que despierta el interés de los visitantes es este pedestal. A diferencia de la mayoría de los monumentos decimonónicos, en los que el basamento actúa como mero soporte arquitectónico; en este caso, también es un medio para exaltar las contribuciones y los valores del homenajeado con la inclusión de una minuciosa exposición alegórica, conforme a la vanguardia del momento. La cara principal está presidida por cuatro cartelas, decoradas con relieves ilustrativos de las obras que en el pueblo realizó (anteriormente referidas), rodeadas por hojas de laurel, en reconocimiento a la erección de estas construcciones. Las otras tres caras presentan una colección ornamental de clara simbología masónica; al incluir elementos tan evidentes como un libro abierto, unas hojas de acanto, un compás sobre el que se cruzan dos plumas, una columna o una lámpara de aceite.
Curiosamente, este pedestal con anterioridad a su última ubicación, y lógicamente al robo de la figura, estaba desaparecido. Se encontró con ocasión de unas excavaciones que se realizaron en el entorno de la primitiva iglesia de San Andrés de Biañez.
Caras del pedestal de la estatua de Romualdo Chavarri
UN RETABLO TRAS OTRO
Hasta aquí el por qué de dos iglesias en Biañez y la historia de un gran benefactor del valle. Pero el principal interés de la Iglesia vieja de Biañez y que le confiere una mayor singularidad estriba en las pinturas murales del testero. Un secreto oculto hasta 1990.
Se trata de un retablo mural pintado, considerado el más importante de la cornisa cantábrica, tanto por su data, de finales del siglo XV principios del XVI; como por su tamaño, mide 92 metros cuadrados. No se ha hallado ninguno tan grande con esa antigüedad.
La casualidad quiso que ante el deterioro en el que se encontraba el templo durante las obras de restauración en 1990 de la cubierta de la iglesia, tuvieran que desmontar el retablo de madera del siglo XVIII. Fue entonces cuando saltó la sorpresa. Descubrieron la existencia de una decoración pintada que ocupaba toda la superficie del testero con la representación de un retablo fingido datado entre los siglos XV y XVI, de estilo tardogótico o de transición al renacimiento.
UN RETABLO OCULTO Y FINGIDO.
Se cree que en aquella época los habitantes de Biáñez no disponían de medios económicos para pagar un retablo de madera y encargaron a un pintor local anónimo la realización de uno fingido. Tiene un marcado acento dibujístico, con colores básicos, blancos, negros y ocres no demasiado matizados. El estilo en general es algo tosco, pero cumple perfectamente con su función devocional.
El mural está concebido a modo de un retablo tradicional recubierto de información gráfica eminentemente narrativa. Se configura en tres calles verticalmente, algo más anchas las laterales, separadas por pilastras poligonales; horizontalmente tiene banco, tres pisos y ático. En el fresco se desarrolla un amplio programa descriptivo de escenas extraídas de La Pasión de Cristo como tema principal, la Última Cena y el Martirio de San Andrés.
HISTORIAS PINTADAS.
Aunque el deterioro es apreciable, puede leerse en el banco una figura de santa con un libro, correspondida a la derecha por tres santos más. En el rebanco llama la atención la dimensión de la Santa Cena con las cartelas identificatorias encima de los comensales. La casa de la izquierda es para la Flagelación. En el piso primero, la historia central se reserva al Martirio de San Andrés en la cruz aspada, mientras que a los lados se disponen el Camino del Calvario y el Santo Entierro. El segundo piso tiene a la izquierda la Elevación de la Cruz, al centro el Descendimiento y a la derecha la Quinta Angustia, con el cadáver de Cristo en brazos de María. El ático es para el Calvario completo, incluidas la Magdalena y los ángeles, además de los dos ladrones, el de la derecha junto a un animal que representa al demonio. Aparte, como ocurre en los retablos de madera de la época, pueden verse estacionadas en las pilastras, figurillas pintadas de santos como Santa Lucía, Santa Águeda o San Sebastián.
Por lo demás, las caracterizaciones, indumentarias y armaduras de los soldados nos dan pistas para fechar las pinturas a principios del siglo XVI.
Los elementos decorativos de la estructura del retablo son de lo más interesante del conjunto. Los motivos de grutescos propios del plateresco, son de una novedad absoluta para la zona en que nos encontramos. Deberíamos ir bastante lejos del valle para encontrar algún modelo, en relieve o tallado en madera, que se le parezca.
Visitas a la Iglesia vieja de San Andrés.
Este retablo se puede contemplar mediante una visita guiada. La visita es de una hora aproximada de duración. Además se explicará la relevancia histórica de los indianos, vecinos enriquecidos en las Américas y que poblaron la comarca con sus lujosas mansiones.
Respecto a los horarios y días para realizar la visita es indiferente siempre y cuando se realice la reserva previa. Ahí se concretará la hora y el día con el guía, incluido sábados, domingos y festivos.
Si tienes cualquier duda en Gailurretan te informaremos en detalle sobre la visita guiada. Esta visita está incluida en nuestra experiencia gastro-actividad.
Cómo llegar a la Iglesia vieja de San Andrés.
La mejor referencia tanto para los que estáis en Carranza como para los que vengáis por la costa (A8) o por el interior (puerto de la Escrita) es la carretera BI-630 (Carranza-Balmaseda).
Si ya estáis en Gailurretan (Barrio de Lanzas Agudas) o lleguéis por la costa, una vez en la gasolinera, dejáis una fábrica de lácteos a vuestra derecha para un poco más adelante desviaros a la izquierda hasta llegar casi al pueblo de Biañez donde tomareis la desviación a la izquierda para llegar al cementerio y la iglesia vieja.
Para los que acudáis por el interior, al llegar al barrio de El Callejo, tomareis un desvío a la derecha que os conducirá al barrio de Biañez, por la carretera que sube al Karpín.
En un entorno de gran belleza paisajística como es el Parque Natural de Armañón, podrás encontrar un vestigio de lo que en el pasado fue el pulmón económico y social del Valle de Carranza: el Museo Antigua Fábrica de Dolomitas.
Dolomitas, el vestigio minero del Valle de Carranza.
El Museo Antigua Fábrica de Dolomitas nos ofrece la oportunidad de retroceder en el tiempo al momento en que la fábrica jugaba un papel muy importante para el Valle de Karrantza y para la industria de Bizkaia. Este museo nos ofrece la oportunidad de conocer parte de nuestro patrimonio industrial de una forma diferente.
EL PASADO INDUSTRIAL DE BIZKAIA
Un museo, que a diferencia de restarle encanto al enclave natural, se integra en el paisaje para así mostrar al visitante, la verdadera esencia de la zona. No solo evoca la revolución industrial de la época, sino que también, las historias de muchas familias que hicieron de ella su modo de vida.
En los años de esplendor de la industria vasca del siglo XX, el barrio carranzano de Ambasaguas, era el punto neurálgico de la zona, gracias a la fábrica que explotaba el yacimiento de dolomía de Peña Ranero.
Precisamente, es con las labores de explotación de la cantera cuando se encuentra la impresionante Cueva de Pozalgua. Tal era la unicidad del descubrimiento, que la actividad minera tuvo que cesar para preservar la cueva.
RECONOCIMIENTO
La fábrica, lejos de ser derruida y olvidada, fue reabierta como museo en 2015, manteniendo eso si una quinta parte de la construcción original.
Por ello, ya en 2002 el Gobierno Vasco inscribe a Dolomitas como Bien Cultural, con la categoría de Monumento, en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco, incluyendo la estación de carga así como la de trituración junto a Pozalagua y cinco silos junto a la estación de descarga y la chimenea en Ambasaguas.
Asimismo, dicho Museo Dolomitas forma parte de la Red Vasca de Recursos de Turismo Industrial de Euskadi, constituida para poner en valor el patrimonio y el pasado minero de sus territorios, aspirando en un futuro a ser reconocido con la distinción «Anchor Point» de la Red Europea de Turismo Industrial (Red ERIH).
UN POCO DE HISTORIA
En plena posguerra, a finales de 1946, la empresa Dolomitas del Norte S.A. solicitó autorización para instalar en Carranza una fábrica de productos magnésicos derivados de la dolomía. Tras la concesión, la empresa adquirió un terreno en Ambasaguas, emplazado en la confluencia de los ríos Mayor y Callejo, en las proximidades del ferrocarril Santander – Bilbao. Allí construyó las instalaciones de la fábrica en 1947.
Esta empresa se había constituido en 1945 para la explotación de canteras y minas de cualquier clase, siendo sus fundadores D. Serafín de Abaitua, D. Domingo Sarachaga Aza y D. Higinio Carral Herrero. En concreto, la fábrica de Ambasaguas se dedicaría a la obtención de material refractario básico para los hornos metalúrgicos de la industria vizcaína, a partir del fritado de la dolomía, que se serviría entre otras grandes industrias, a la siderurgia de Altos Hornos, la más importante del siglo XX.
LADRILLOS DE DOLOMIA.
En los primeros años la materia prima, la dolomía, provenía del llamado Coto Domingo en la concesión Encinalacorba que esta empresa tenía en el vecino municipio cántabro de Gibaja, separado del Valle de Carranza por las Peñas de Ranero. La piedra era transportada desde la cantera hasta dicha fábrica. Primeramente descendiendo mediante un cable de vaivén hasta La Venta, un apartadero del ferrocarril de Santander a Bilbao situado al nivel de la carretera de Vitoria a Ramales, y después transportándola mediante vagones o camiones que se cargaban durante la noche.
En 1953 se vieron en la necesidad de modificar este sistema de transporte por ser precario, costoso y porque el volumen de material que se transportaba, un promedio de 200 toneladas diarias, resultaba insuficiente. Así pues, sería en 1956 cuando se inicia la explotación de la cantera Donosa, situada en la peña de Ranero, tras su adjudicación mediante subasta.
Y es al año siguiente, el 28 de diciembre de 1957 cuando una explosión en la cantera propició el descubrimiento de la cueva de Pozalagua, conocida por albergar una de las concentraciones de estalactitas excéntricas más importantes del mundo, como podemos constatar en la actualidad.
EL ÚLTIMO TRANVÍA, AÉREO.
La explotación de la cantera prosiguió y dadas las características topográficas de la zona se construyó un tranvía aéreo monocable para trasladar el mineral de la dolomía desde la cota del actual Parketxea de Armañon hasta la estación de descarga del barrio Ambasaguas donde se procesaba. El trazado cubría cerca de tres kilómetros con un desnivel de 281 metros y una pendiente del 9%, asentado en 27 caballetes metálicos, con alturas variables entre 2,50 y 35 metros, llegando a trasladar hasta 90 baldes a la hora, a una velocidad de 2m/sg y con una capacidad útil de 330 kg.
El tranvía aéreo de Dolomitas del Norte procedía de la mina Mame de Trapagaran, próximo al poblado minero de La Arboleda. Este tranvía se construyó para dicha mina en 1929, siendo adquirido a finales de los años cuarenta para las instalaciones de Carranza. Se trata por tanto de una instalación más antigua que la propia fábrica.
UNA CHIMENEA DE ALTOS HUMOS.
En este contexto, la actividad de la fábrica comenzó a producir problemas medioambientales en el entorno, fundamentalmente debido al polvo y a los humos. Para paliarlos se trasladó la estación trituradora a las cercanías de la cantera y se instaló en la fábrica una nueva chimenea de 52 metros de altura que en la actualidad podemos seguir contemplando con su valor simbólico, evocador de la actividad industrial ya desaparecida.
El tranvía aéreo estuvo en funcionamiento hasta 1976, siendo el último de Bizkaia, fecha en la que finalizó el contrato de arrendamiento de la cantera de Pozalagua y fue denegada su prórroga debido al grave peligro que suponía para la cueva de Pozalagua, situada en las inmediaciones de la cantera.
La fábrica dejó de producir y cerró el 20 de junio de 1990. Sus instalaciones fueron derribadas en 2002, exceptuando la oficina, la chimenea y el cuerpo que alberga la maquinaria de descarga del tranvía aéreo.
Hoy en día aún son visibles 12 de los caballetes del tranvía que, junto a la estación de carga y descarga que aún conserva sus poleas, volantes, barra carril, engranaje y otros elementos, constituyen los últimos vestigios existentes en Bizkaia de este sistema de transporte aéreo tan presente en los paisajes mineros. La cantera se ha transformado en un anfiteatro con capacidad para dos mil personas, donde se hacen conciertos y actividades culturales; en la estación de trituración y carga del tranvía aéreo se ha instalado el Centro de Interpretación del Parque Natural de Armañón y Zona de Especial Conservación de Ordunte; en las oficinas de la empresa se encuentra la oficina de turismo de Carranza/Karrantza; y la estación de descarga es la que acoge el Museo Antigua Fábrica de Dolomitas.
Entradas y visitas a la Antigua Fábrica de Dolomitas.
La visita al Museo Antigua Fábrica de Dolomitas nos permitirá admirar y comprender la historia de una zona tradicionalmente minera. En este edificio, además nos mostraran el proceso minero de extracción, transporte y tratamiento de la dolomía, destacando el tranvía aéreo como principal ingenio.
Este recurso turístico podrá visitarse con cita previa. Para ello, hay que contactar con la Oficina de Turismo del municipio, situada junto al propio museo y con teléfono de contacto 946 806 928. Si bien, dada la actual situación sanitaria, se han tomado todas las medidas necesarias para poder visitar estas instalaciones con seguridad. Así, se hace obligatorio reservar previamente en el teléfono 661537712 o por e-mail a museodolomitas@gmail.com, siendo necesario acudir con mascarilla.
Horarios y precios del Museo Dolomitas.
Horario
Sábados: de 11.00 a 14.00 y de 16.00 a 18.00.
Domingos: de 11.00 a 14.00.
Resto de días con reserva previa.
Precios
Tarifa general: 5 €.
Tarifa reducida (8 a 16 años, jubilados y grupos): 3 €.
Menores de 8 años: gratis.
Descuentos y ofertas para ver el Museo Dolomitas.
Existen promociones para visitar el Museo y la cueva de Pozalagua, por un precio especial. Tan sólo se necesitará presentar la entrada de la visita a cualquiera de estos establecimientos en las taquillas del otro.
Otra fórmula es alojarte en alguno de los establecimientos concertados de Las Encartaciones. Así, contarás con bonos descuentos para múltiples lugares, no acumulables a otras ofertas.
Cómo llegar al Museo Antigua Fábrica de Dolomitas.
El Museo se ubica en pleno corazón de Las Encartaciones, en el Barrio Ambasaguas, junto a la oficina de Turismo de Karrantza (Bizkaia), sita en la carretera BI-630 (Karrantza-Balmaseda). Nos resultara fácilmente localizable si tomamos como referencia su altísima chimenea que se eleva al lado del edificio principal de esta antigua fábrica.
Entorno y alrededores del Museo Dolomitas
Además de la visita a esta fábrica, esta localidad vizcaína ofrece al visitante un sinfín deplanes para disfrutar en familia o con amigos. Destaca la visita a la cercana cueva de Pozalagua, toda una catedral subterránea llena de espectaculares estalactitas y estalagmitas, y complemento ideal para vuestra excursión.
Fte.: youtube – KDM Dolomitas promo. Video promocional del Museo minero Dolomitas del Ayuntamiento del Valle de Karrantza.
La visita al Museo Antigua Fábrica de Dolomitas no te defraudará.
La huella prehistórica está muy presente en gran parte del Valle de Karrantza (Bizkaia), por eso te presentamos esta ruta megalítica de Haizko, donde se aúna el valor paisajístico y la riqueza arqueológica.
La atracción que ejercen los monumentos megalíticos no es nueva y muchos constituyen un elemento turístico de primer orden desde hace décadas en buena parte de Europa. Véase: Stonehenge (sur de Inglaterra), Carnac (Bretaña francesa) o el túmulo de Knowth (Irlanda). Esta atracción se debe, en gran parte, al desconocimiento y los muchos interrogantes que nos generan. Quienes los hicieron, con qué finalidad, cómo los construían, con qué recursos. Algunos estudios lo explican.
En este sentido, entre los muchos atractivos que tiene el Valle de Carranza, esta la Ruta megalítica de Haizko, que ofrece un recorrido por una zona que cuenta hasta con 26 monumentos, constituyéndose en un seductor reclamo para el turismo cultural, familiar y de naturaleza.
Patrimonio cultural y arqueológico.
En Bizkaia y por ende en el Valle de Karrantza, al igual que ocurre en el resto del País Vasco, el rasgo dominante del megalitismo es su aparente simplicidad. Se trata de un megalitismo de montaña adoptado por pequeñas comunidades primitivas de agro-ganaderos a la par que cazadores-recolectores moradores de estos lares, que no desarrollaron obras colosales.
Las investigaciones arqueológicas han permitido determinar que los antiguos habitantes del Valle de Karrantza construyeron estos monumentos para dar sepultura a sus difuntos. Estas tumbas fueron construidas durante el Neolítico y el Eneolítico, correspondiéndose con el final de la Edad de la Piedra y la Edad del Cobre, esto es durante casi dos mil años, desde la segunda mitad del IV milenio y hasta la primera mitad del II milenio a. de C. La datación más antigua corresponde al dolmen de Cotobasero 2, pudiéndose situar el intervalo de construcción del monumento entre el 3.650 y el 3.225 a. C.
Cabe señalar que estos monumentos funerarios constituyen necrópolis representadas por dólmenes, túmulos y menhires.
El dolmen es una construcción trilítica, compuesta por 2 o más grandes piedras verticales que sostienen una tercera piedra en forma horizontal a modo de cubierta.
Los dólmenes, por lo general, estaban cubiertos con tierra formando un túmulo que constituía un hito en el paisaje a la vez que una marca funeraria.
El menhir, a diferencia del dolmen, es un megalito único, hincado en forma vertical en el suelo y de tamaño muy variable. Puede hallárselos aislados en el paisaje o formando conjuntos, de forma circular (cromlech) o en alineaciones.
Valor paisajístico.
Uno de los atractivos de esta ruta es su ubicación, la sierra de Ubal que no resulta tan escarpada como las Peñas de Ranero, ni tan alta como los Montes de Ordunte pero que brinda unas inmejorables vistas. Una de sus cimas más señera, incluida en la ruta megalítica de Haizko es Cotobasero (829 m). Un espléndido balcón en el corazón de Karrantza que nos ofrece unas inmejorables vistas de todo el valle.
Panorámica desde la cima de Cotobasero.
Itinerario megalítico de Haizko.
Con el telón de fondo del área megalítica de Haizko, os presentamos este itinerario. La ruta parte de la Iglesia Parroquial de San Bartolomé en el barrio carranzano Aldeacueva, construida en el siglo XVIII por uno de los muchos indianos de Karrantza imitando el estilo de la iglesia de San Miguel de México, para finalizar tras algo más de doce kilómetros junto a la cueva de Aldeacueva, en la cual hace años también se descubrieron enterramientos ancestrales, y que se encuentra junto al punto de partida.
Su recorrido alberga numerosos e interesantes monumentos megalíticos como son las necrópolis de Fuentellano, La Cabaña, Bernia, Cotobasero, La Boheriza y Bernalta.
Se trata de una de las mayores estaciones megalíticas de Bizkaia. En concreto, cuenta con 26 monumentos megalíticos dispersos por un enclave montañoso. Generalmente el lugar elegido resulta zonas de pastoreo, que gozan de buenas vistas hacia el este. Esta orientación de las estructuras funerarias hacia el amanecer supone un signo de esperanza en el más allá, en la renovación de una vida futura.
Algunas de estas estructuras han sido objeto de excavación arqueológica, aportándonos datos característicos de su periodo histórico. En lo que se refiere al ajuar excavado y que acompañaba a los difuntos, ha proporcionado objetos de piedra tallada sobre sílex, cristal de roca, cuarcita, azabache o ambar, también hachitas en piedra pulida, así como cerámicas y molinos de mano.
Seguidamente os detallamos por orden de aparición en la ruta planteada una pequeña descripción de las estructuras más relevantes de los seis enterramientos, de distintos tamaños, que os vais a encontrar:
Necrópolis megalítica de Fuentellano
Está compuesta por dos túmulos y un dolmen. Destaca el dolmen de Fuentellano 2, ubicado en una llanura del collado de Mijanos. Se trata de una estructura con cámara poligonal de areniscas, en buen estado de conservación, con una orientación del eje mayor poco frecuente NE-SO.
Dolmen de Fuentellano II.
Necrópolis megalítica de La Cabaña
Formada por 6 estructuras, 5 de ellas colindantes. Se emplaza en el collado entre la loma de Mijanos y la zona norte (El Muro) del monte Bernia. Destaca el dolmen de La Cabaña 4. Tiene una cámara poligonal de areniscas compuesta por 15 losas, de las que 5 son principales. Está rodeada por un túmulo formado por un núcleo de tierra reforzado por grandes areniscas de contención y una capa superior de cubrición. Una vez excavado se dejó abierto al S. y al E. con el fin de que pudiera observarse su estructura interna.
Necrópolis megalítica de Bernia
Está compuesta por dos túmulos y dos dólmenes, esparcidas por parejas: Bernia 1 y 4, Bernia 2 y 3.
Necrópolis megalítica de Cotobasero
Compuesta por 3 estructuras, dos dólmenes y un menhir. Se emplaza en el collado sito entre los montes Bernia, al norte y Bernalta, al sur. Destaca el dolmen de Cotobasero 2, consistente en un notable núcleo artificial, protegido por una acumulación de grandes piedras de arenisca plegadas ordenadamente. Albergaba una pequeña cámara rectangular de 5 lajas finas de arenisca, con el eje mayor orientado al NO-SE. La estructura se presenta abierta como efecto de la excavación arqueológica.
Necrópolis megalítica de La Boheriza
Formada por 2 estructuras (dolmen y túmulo), se localiza en una pequeña meseta hacia el sur del monte Bernalta. El dolmen de la Boheriza 2 consta de un túmulo conformado por un núcleo terroso, delimitado por piedras de arenisca periféricas, de buen tamaño. Alberga una cámara rectangular de lajas de arenisca con la tapa original de cubierta, orientada al NO-SE. En la actualidad se ha recompuesto la estructura a su estado antes de la excavación por lo que solo es perceptible el túmulo que la cubre.
Necrópolis megalítica de Bernalta
Compuesta por 2 estructuras también, se emplaza en una suave loma hacia el SO desde el monte Bernalta. El dolmen de Bernalta 1 es el único de los excavados que no tiene una estructura definida en el túmulo. La cámara, de forma ovalada, compuesta por losas de arenisca, y con el eje mayor orientado E-O, es perceptible en la actualidad, encontrándose la estructura recompuesta a su estado previo a la excavación arqueológica.
Vista de la Iglesia de San Bartolomé en Aldeacueva, con los montes de Ordunte de fondo.
Cómo llegar a Aldeacueva.
La ruta como hemos señalado comienza en el barrio de Aldeacueva. Para llegar aquí desde nuestra Casa rural lo primero es dirigirnos al cercano barrio de Concha, y desde aquí cruzar el puente frente a la Casa de Cultura y tomar la carretera BI-4672 hacia Aldeacueva, donde estacionaremos junto a la iglesia.
En tu visita al Valle habrá numerosas casas que llamarán tu atención al pasar. Son una muestra del recuerdo indiano, las denominadas casas de indianos en Carranza.
Desde que fuera descubierto el nuevo mundo, numerosos encartados emigraron en busca de una nueva forma de vida. Algunos retornaron con una importante fortuna tras su aventura americana (Cuba o México sobre todo) dejando una importante huella en el paisaje del valle. No tardarían en construir grandiosas mansiones, a cual más suntuosa.
Arquitectura indiana.
Las casas de indianos en Carranza son una clara representación de la arquitectura residencial de la época, caracterizada por una gran variedad de estilos e influencias, desde el art nouveau al regionalismo. Los ejemplos más relevantes, incluso pintorescos, datan desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Muchas de ellas fueron «casas de retirada» al ser utilizadas en los últimos años de sus vidas, y otras tuvieron un carácter estrictamente vacacional. Algunas se encuentran muy bien conservadas.
Ruta indiana.
En Gailurretan os hemos organizado una ruta para que podáis descubrir la mejor muestra de casas indianas en Carranza. El recorrido empieza en nuestra casa rural, en el barrio de Lanzas Agudas y acaba en Karpin Abertura, pasando por La Tejera, Concha, La Revilla, Ambasaguas y Biañez.
Todas son de fácil visión no teniendo que desviaros de la ruta propuesta. Recordar que la mayoría de ellas son propiedad particular y están dentro de fincas privadas. Por tanto, no se puede entrar a visitarlas, pudiendo sólo admirarlas desde la vía de acceso a través de las verjas que cierran la fincas, a excepción del Palacio Chavarri ubicado dentro del propio parque Karpin.
Principales residencias de indianos en Carranza.
A continuación os detallamos doce casas de indianos en Carranza, representativas de nuestro valle, ubicadas todas ellas en la ruta descrita siguiendo el orden de aparición:
1. “CHALET PORTILLO” (LA TEJERA)
La primera de las casas de indianos en Carranza que nos encontramos llamará nuestra atención. Se sitúa en La Tejera y fue promovida por Luis Portillo Rodrigo.
Luis Portillo, nacido en el carranzano barrio de Bernales, emigró muy joven a Cuba con el patrocinio de la fundación Sainz Indo. En América, regentó un negocio de tostadero de café con el que hizo fortuna. Regresó a su tierra natal a comienzos del siglo XX, donde compró una casa de labranza de dos plantas en 1901 con intención de reformarla para destinarla a casa de veraneo, pues tenía fijada su residencia en Bilbao.
Intervención modernista.
Encargó la transformación de este caserío en un conjunto señorial a Jean Batiste Darroquy, arquitecto vasco-francés, que en esa época trabajaba en el vecino “chalet Hernáiz”. Darroquy tuvo un papel decisivo en la introducción del modernismo en la arquitectura del País Vasco, a través de obras como el Teatro Campos y la Casa Montero de Bilbao, ambas realizadas en 1902.
Darroquy respetó el edificio existente salvo las fachadas oeste y este en las que añadió dos cuerpos nuevos. Las fachadas oeste y norte se adscriben al estilo ecléctico clasicista, las otras dos, norte y este, al neovasco francés. Destaca por los amplios vuelos que presenta la cubierta para protegerse de las inclemencias atmosféricas; la puerta principal de la verja modernista sobre basamento pétreo que rodea la finca; y sobre todo el efectista recurso decorativo de la carpintería pintada de rojo.
Impresiona el aire señorial de esta casa, decorada con detalles de la arquitectura popular y soluciones nobles. Al igual que ocurre con la Casa de los Hermanos Hernaiz, que luego veremos, la fisonomía de esta vivienda recuerda a muchas construcciones de la época erigidas en el país vecino.
Casa de Luis Portillo Rodrigo “Chalet Portillo”, en La Tejera (Carranza). Vista de conjunto.
2. CASA DE RAMÓN ALTUNA (CONCHA)
Seguidamente un poco más adelante, en lo que en la actualidad constituye la Casa de Cultura de Karrantza se levantó esta residencia por encargo de Ramón Altuna.
Los hermanos José, Ramón y Pedro Altuna Sagastibelza emigraron a México donde se dedicaron a los negocios harineros y, tras conseguir una posición holgada, también actuaron como prestamistas. Los Altuna regresaron solteros a Carranza a finales del siglo XIX. En esa época falleció Pedro y los otros dos hermanos procedieron a construir una casa como residencia, ubicándola junto a la casa consistorial carranzana en el barrio de Concha. José Altuna tras su boda con Victoria San Martín Arteche le compró a su hermano su parte de la casa.
Esta circunstancia llevó a Ramón Altuna, casado con Lorenza Villota González, a construir esta casa para él y su familia en la zona del Pontón, en el mismo barrio de Concha. Ambas residencias son casas de retirada, puesto que sus propietarios no volvieron a México.
El proyecto de la casa se hizo 1897 y fue firmado por el maestro de obras Pedro Salviejo Cavada. Al parecer el encargo de ambas casas recayó en el arquitecto Alfredo Acebal y Gordón quien dirigió la construcción de los edificios en 1905.
En la residencia Altuna-Villota destacan detalles como la molduración de los cercos de los vanos, los esquinales marcados y la galería acristalada del primer piso. La carpintería exterior está pintada en color rojo contrastando con el tono blanquecino del edificio.
De lo privado a lo público.
En el año 2004 el Ayuntamiento de Karrantza les compró a los herederos de la familia el edificio y su solar para rehabilitarlo como Casa de Cultura. En la finca se construyeron unos bloques de pisos y se destruyó el muro de piedra con la verja de hierro forjado que cerraba la finca, así como un hermoso pozo de agua que había en la parte trasera de la casa.
Residencia de Ramón Altuna Sagastibelza, en Concha (Carranza). Fachada principal.
3. CASA DE JOSÉ IRASTORZA (CONCHA)
Tras rebasar el colegio público de Karrantza podemos apreciar la casa de José Irastorza, sobrino de los hermanos Altuna Sagastibelza y ahijado de uno de ellos, José Altuna.
José Irastorza Altuna, dado el éxito de sus tíos, siguió sus pasos y también emigró a México donde se dedicó a la ganadería y llegó a ser propietario de varios ranchos.
La casa fue promovida inicialmente por José Altuna Sagastibelza, pero antes de su finalización, en 1902 se la donó a su ahijado. La casa se atribuye al carranzano maestro de obras Emilio Otegui que estaba casado con una Irastorza.
El edificio, de planta rectangular y cuatro vertientes, destaca por las amplias balconadas corridas de estructura de madera en la fachada principal y el cuerpo de galerías que se apoya sobre columnas de hierro de fundición de la fachada sur.
Casa de José Irastorza Altuna, en Concha (Carranza). Cerca y fachada principal
4. CASA DE JOSÉ ALTUNA (CONCHA)
Detrás del ayuntamiento de Karrantza en el barrio de Concha con acceso directo desde la carretera que conduce desde Concha a Ambasaguas, se ubica la casa de José Altuna Sagastibelza, a la cual hemos aludido anteriormente y que junto a la de su hermano Ramón, son las dos casas de indianos carranzanas más antiguas.
Los hermanos José y Ramón Altuna, tras regresar de México, construyeron esta casona como residencia habitual, que posteriormente se quedaría el primero de los hermanos al contraer nupcias con Victoria San Martín Arteche.
Por lo que se refiere a la casa de José Altuna, tenemos que decir que fue proyectada en 1.888 por el maestro de obras Francisco Echebarria Trápaga, siendo poco después modificada por Pedro Salviejo Cavada.
El resultado es un edificio sobrio, de forma cúbica y de estilo similar al de muchas casas levantadas en esa época en la cornisa cantábrica. De nuevo, las únicas notas destacadas son las galerías de las fachadas laterales y el mirador en la fachada principal. En este caso, la carpintería exterior está pintada en color verde.
Asimismo, muchos indianos fueron benefactores de los lugares que les vieron nacer y en este caso José Altuna lo fue del Hospital Asilo de los Desamparados de Carranza.
Casa de José Altuna Sagastibelza, en Concha (Carranza). Vista de conjunto.
5. “CHALET HERNÁIZ” (CONCHA)
Precisamente, enfrente de la finca de la Familia Altuna-Arteche hay otro conjunto de relevancia, nos referimos a la casa de los Hermanos Hernaiz.
Los hermanos Francisco y Lorenzo Hernaiz Lezcano emigraron a Puerto Rico, donde hicieron fortuna gracias a la compañía textil Hernáiz, Targa y Compañía de la que eran copropietarios junto con la familia catalana de los Targa. A su regreso se instalan en Carranza en 1904 dejando sus negocios en manos de un administrador.
Inicialmente, erigieron en este mismo solar una casa que años más tarde derribaron para construir esta residencia, que en la actualidad alberga tres viviendas independientes.
Diseño espectacular.
El proyecto del chalet fue encargado al citado arquitecto vasco-francés Jean Batiste Darroquy. Presenta un diseño espectacular donde combina varios estilos como el neonormando, el modernismo y el eclecticismo. Tiene una fisonomía muy efectista, en el que destaca la ondulación de la cubierta, la amplitud de unos vanos de formas diferentes, un gran número de galerías acristaladas, miradores y terrazas cubiertas, el ala lateral torreado y la ornamentación mediante falsa carpintería exterior pintada de rojo.
Así pues, reconoceremos sin lugar a dudas este conjunto por su llamativa estructura irregular y el color rojo de la madera. El edificio presenta notorios paralelismos con muchos proyectos publicados en revistas francesas y alemanas a finales del siglo XIX.
El resultado final de este conjunto, quizás debido a la intervención del arquitecto francés Jean Darroguy, es indudablemente junto con la cercana casa de los Portillo, los ejemplos más llamativos de la arquitectura residencial carranzana y, en cierto modo, de la encartada.
Casa de los Hermanos Hernaiz “Chalet Hernáiz”, en Concha (Carranza). Fachada principal.
6. CASA DE MANUEL PORTILLO (LA REVILLA)
Un poco más adelante, ya en el barrio de La Revilla hallamos la casa de Manuel Portillo.
Manuel Portillo Rodrigo tras regresar de Cuba en 1907, adquirió una casa en el mismo solar donde se asienta actualmente. Aquel primitivo inmueble sufrió un incendio, por lo que el indiano procedió a construir esta residencia, en la década de 1910.
Los detalles más destacables son las balconadas de madera corridas de color verde que presiden la fachada lateral derecha y los miradores superpuestos, apoyados sobre columnas de hierro de fundición, que marcan el eje del frente noble.
Casa de Manuel Portillo Rodrigo, en La Revilla (Carranza). Vista de conjunto.
7. CASA DE CÁNDIDO HERNAIZ (LA REVILLA)
En la misma zona de La Revilla junto a la carretera que conduce desde Concha a Ambasaguas, otro indiano carranzano, Cándido Hernaiz y Rozas, adquirió esta finca con casona.
La compra tuvo lugar en los primeros años 20 y la familia se trasladó a vivir al edificio que constaba de una zona de establo en la planta baja, un sector de vivienda en los pisos primero y segundo y un desván bajo cubiertas. Años más tarde, la Familia Hernaiz acometió una reforma del edificio que fue reinaugurado en 1936. En otras muchas modificaciones que se realizaron, se sustituyó la imponente galería de madera existente en la fachada lateral izquierda por un elegante balcón de hierro con barrotes torneados y un motivo central de roseta inspirado en los de muchas construcciones palaciegas del norte de España.
La entrada principal está separada de la carretera por un pequeño jardín. Originariamente, había una pequeña portalada de ingreso al jardín. Durante la reforma fue simplificada notoriamente y se levantó un cenador con vistas a la carretera. La zona de terreno circundante a la casa está ocupada por un jardín formalista con caminos y setos, típico de esa etapa.
En 1987, se llevó a cabo la última reforma. Los propietarios cambiaron el mencionado balcón de hierro, instalando un mirador acristalado.
Casa de Cándido Hernaiz Rozas, en La Revilla (Carranza). Entrada al jardín y cenador.
8. CASA DE BENITO PALIZA (AMBASAGUAS)
Dirección Ambasaguas, a menos de un kilómetro nos encontramos con esta casa a mano izquierda, enfrente de la cooperativa Guvav. La finca está situada entre la carretera BI-4627 y el río Mayor, cercada por un muro en su frente principal, y con las iniciales PG en la verja de acceso, correspondientes con los apellidos de los promotores.
Benito Paliza Torre, nació en el año 1898 en el barrio de El Bierre perteneciente al concejo de Bernales. A los 15 años se trasladó a Cuba con la ayuda concedida por la Fundación Sainz Indo que consistía en una maleta con ropa y calzado y un pasaje al lugar de destino en donde se le entregaba la cantidad de 500 reales para las primeras necesidades.
En la década de los treinta liquidó las propiedades que tenía en la Habana y se instaló en la República Dominicana, donde hizo fortuna con una importante fábrica de café y negocios de construcción inmobiliaria.
Allí contrajo matrimonio con la bilbaína Asunción García Calle. A comienzos de los años 50 construyó esta residencia en la que pasó largas temporadas, al igual que en la casa que tenía en Madrid.
El proyecto de este edificio fue diseñado por un arquitecto madrileño. Data de 1951, por tanto es una de las construcciones más tardías erigidas por el colectivo indiano. Corresponde a una época en la que el flujo migratorio empezaba a disminuir.
El jardín incluía especies como palmeras, robles y sauces. En el edificio destacan las distintas terrazas en sus fachadas.
Residencia de Benito Paliza Torre, en Ambasaguas (Carranza). Vista de conjunto.
9. “VILLA PEPITA” (AMBASAGUAS)
La siguiente casa está entre la vía del Ferrocarril Bilbao-Santander y la Carretera general Bilbao-Santander, enfrente de la única gasolinera que hay en el valle, en unos terrenos pertenecientes a la Familia Olazábal.
Al comienzo de los años 30, otros dos indianos carranzanos acometieron la construcción de sendas casas en el barrio de Ambasaguas. Se trata de los hermanos Alejandro y Victoriano Olazábal Arriola, naturales del concejo de Aldeacueva, quienes habían emigrado a México donde hicieron fortuna en la industria molinera, formando parte de una segunda generación de vascos que continuaron con el monopolio harinero en México, fundando nuevos molinos y modernizando los existentes.
Esta casa, en concreto, fue promovida por Alejandro Olazabal, como lugar de descanso estival. El nombre de la casa como en muchas ocasiones, hace referencia al nombre de su esposa Josefa (Pepita) García.
Estilo montañés.
El proyecto es obra del arquitecto bilbaíno Calixto Emiliano Amann Amann y data de finales del 1931. El estilo se puede decir que es regionalista montañés. Estilo que gozó de gran éxito en la cornisa cantábrica. Es un bloque rectangular con cubierta a cuatro vertientes, que cuenta entre otros detalles con una esbelta y típica torrecilla angular adosada y un alero de gran vuelo. Hay que destacar también una pérgola de estructura de obra, adosada a la fachada orientada hacia la carretera.
En esta casa, al igual que en la de su hermano que seguidamente veremos, el arquitecto estudió la presencia de un jardín decorativo en los frentes principales, aledaños a la carretera general. Las zonas zagueras estaban destinadas a huertas, gallineros, tendederos y un frontón. Este último subsiste en los terrenos de la casa de Victoriano Olazábal.
Casa de Victoriano Olazábal «Villa Sarita”, en Ambasaguas (Carranza). Fachada principal.
10. “VILLA SARITA” (AMBASAGUAS)
Yendo hacia Zalla unos metros más adelante de la gasolinera, en el solar contiguo a Villa Pepita se encuentra esta residencia, en su momento vacacional.
Esta casa fue promovida por Victoriano Olazábal Arriola hermano de Alejandro Olazabal. El nombre de la casa como en el caso anterior hace referencia al nombre de su esposa Sara Echeandía Sorróndegui.
Fue proyectada también por el arquitecto Calixto Emiliano Amann Amann en enero de 1932. En la construcción se utilizan elementos usuales de la arquitectura regionalista vasca de finales del siglo XIX y principios del XX con toques más modernos debido a la fecha de su construcción. Destaca el triple arco del porche de la fachada principal, así como soluciones decorativas de tipo palaciego pese a su austeridad general.
Casa de Alejandro Olazábal «Villa Pepita”, en Ambasaguas (Carranza). Vista de conjunto.
11. CASA “LA HUERTONA” (BIAÑEZ)
Llegados al barrio de Biañez, enfrente de la Parroquia de San Andrés se sitúa lo que es conocido actualmente como Casa Nazaria Etxea y que en su día se denominaba finca La Huertona, adquirida por otro indiano carranzano natural de este barrio, Pedro Santisteban.
Pedro Santisteban Chávarri nació en Biáñez en 1847, estaba emparentado con Romualdo Chávarri quien le llevó a Puerto Rico. Allí regentó un negocio textil que llevaba el nombre “Santisteban, Chávarri y Compañía”. Asimismo, fue diputado por aquella isla en tres ocasiones y se le concedió la cruz de Isabel la Católica. Estuvo casado con Eloísa Chavárri Larrea, natural de Alonsotegui. Su única hija Hipólita nació en San Juan de Puerto Rico llegando a ser una mujer de exquisita formación y buen gusto.
Pedro Santisteban en 1885 adquirió un inmueble ya preexistente en Biañez. Posteriormente su hija Hipólita en torno a 1940, ayudada por el arquitecto Gonzalo Cárdenas acometió una drástica y muy laboriosa reforma de la pequeña casa de labranza para convertirla en una hermosa residencia.
La casa estuvo en obras durante bastante tiempo y en sucesivas etapas se conformó la residencia, la capilla, la ermita, la portalada y el jardín. El resultado final de “La Huertona” tiene muchas similitudes con casas unifamiliares levantadas en las cercanías de Madrid en los primeros años de la Posguerra, de inspiración escurialense. Así, muchas residencias adoptaron las cubiertas de pizarra y estuvieron presididas por una austeridad decorativa. Por ello, esta casa reviste especial interés, puesto que su estilo y detalles no fueron demasiado usuales en la arquitectura residencial vizcaína.
Un jardín de revista.
Mención aparte merece el jardín que en su día fue recogido en un artículo publicado en la revista “Arte y Hogar”. Sin duda, el jardín de “La Huertona” es junto con el del conjunto de Urbano Peña Chávarri y el de Cándido Hernaiz lo más destacable de la jardinería carranzana de esta época.
En 1967 Hipólita Santisteban, al no tener descendencia, donó la casa a las “Misioneras Cruzadas de la Iglesia”, pasando a denominarse “Nazaria Etxea”. Aún hoy en día son de destacar el gran jardín y las esculturas que lo adornan, así como una curiosa pajarera.
Casa de Hipólita Santisteban «La Huertona», en Biañez Carranza. Vista de conjunto y jardines.
12. “PALACIO CHÁVARRI” (BIAÑEZ)
La última residencia propuesta en nuestro recorrido la encontramos enclavada en Fuentelavirgen en el concejo de Biañez, dentro de lo que hoy en día constituye el parque Karpin Abentura. Esta residencia conocida por el significativo nombre de “El Palacio” se debe a Urbano Peña Chávarri. Se trata de otra de las grandes casas construidas en Carranza en la primera parte de este siglo.
Urbano Peña Chávarri fue ingeniero de caminos y había cursado estudios en Inglaterra. Contrajo matrimonio con Polonia Chávarri López. Ambos eran sobrinos y herederos de otro reconocido indiano y a su vez gran benefactor del Valle de Karrantza, Romualdo Chávarri de la Herrera.
En consecuencia, Urbano Peña construyó su residencia en Karrantza en concreto este Palacio del que él mismo realizó el proyecto y cuyas obras concluyeron en 1911, fecha que aparece en la fachada principal del edificio. Éste constaba de 32 habitaciones con 14 chimeneas distribuidas en 4 plantas. El exterior del palacio es muy sobrio con influencias británicas, destacando las galerías acristaladas de la fachada principal.
La finca que rodeaba al palacio tenía 15 hectáreas. Incluía una pequeña gruta decorada con estalactitas, estalagmitas y una reproducción de la Virgen María, garaje, establo, invernadero, casa de guardeses, estanque de 1.120 metros cuadrados con embarcadero y una magnífica portalada de acceso de estilo montañés, adornada con varios escudos familiares.
Un antes y un después.
Por lo demás, la historia de este edificio quedó profundamente marcada durante la Guerra Civil. El palacio se transformó primero en lugar de acogida temporal para niños de la guerra y después en cuartel general de los republicanos y, por último, fue hospital. Tras estos avatares todo el conjunto sufrió un importante quebranto y gran parte del mobiliario y las obras de arte que había en la casa fueron expoliadas. De este modo, el palacio no volvió a ser lo que fue. A partir de los años cuarenta el palacio se constituyó en destino de veraneo de sus propietarios, que viajaban desde Madrid y utilizaban solo la planta baja. Mantenerlo les resultaba cada vez más costoso y finalmente en 1994 cerraron las ventas de la casa y la finca. Con todo esto, un año después se inauguró el parque Karpin Abentura, gestionado por la Mancomunidad de las Encartaciones.
Residencia de Urbano Peña Chávarri “El Palacio”, en Biañez (Carranza). Fachada principal.
Visita guiada: las principales casas de indianos en Carranza.
Finalmente, cabe reseñar que tenéis la posibilidad de descubrir algunas de estas casas de indianos en Carranza en un recorrido guiado lleno de sorpresas y secretos. En dicho itinerario os contarán la historia de esta gente adinerada, su forma de vida, el aspecto benefactor de este movimiento y el impacto que tuvo en nuestro entorno rural.
Reconocimiento.
Antes de concluir, quisiera hacer un pequeño reconocimiento a quienes nos han servido de inspiración a la hora de realizar este modesto artículo. De una parte, al estudioso local nacido en Soscaño en 1866, Nicolás Vicario de la Peña. Este jurista, economista y correspondiente de la Real Academia de la Historia recogió un listado de este tipo de construcciones, incluyendo fotografías de algunas de ellas, en su obra póstuma El Noble y Leal Valle de Carranza.
De otra, a la catedrática e historiadora del arte contemporáneo Maite Paliza Monduate, de ascendencia vizcaína nacida en Santo Domingo. Quien entre sus muchas investigaciones se ha dedicado al estudio de los indianos y su arquitectura, y más concretamente en el Valle de Carranza.
El Balneario Casa Pallotti de Carranza conocido como Termas el Molinar, constituye un lugar único por sus aguas terapéuticas. Un lugar donde podrás recibir los masajes más relajantes, olvidándote de las preocupaciones y el estrés del día a día. Se construyó en el siglo XIX y fue rehabilitado totalmente en julio de 2003, manteniendo el interés arquitectónico de su estructura original.
Curiosidades históricas del Balneario Casa Palotti.
No se puede perder de vista su historia repleta de curiosidades. El balneario situó a Karrantza a la vanguardia de los tratamientos termales. A principios del siglo XX figuraron entre sus huéspedes destacados personajes de la nobleza, el clero, la política y la cultura. Dispuso incluso de apeadero propio. El estallido de la Guerra Civil le sumió en el declive, fue hospital en 1936 y refugio de 500 soldados alemanes tras el desembarco de Normandía y los consiguientes avances aliados.
ORIGENES.
Los cronistas del siglo XIX se hacen eco del hallazgo de los manantiales termales a finales del siglo anterior. Atribuyen el descubrimiento de las propiedades de las aguas a un cura jesuita francés exiliado que en 1798 se percató de que en Molinar el ganado se paraban a beber en unospuntos determinados de la margen izquierda del río Mayor, donde brotaban abundantes vapores. Llamados por la curiosidad tanto el abate como algunos vecinos del valle se bañaron, comprobando los efectos maravillosos que estas aguas producían en la salud. Igualmente, registraron unas temperaturas de entre 29 y 32 grados. Esta circunstancia se le participó a la autoridad local. Por encargo de la Junta y Regimiento del Valle, se lleva a cabo el primer análisis químico de estas aguas, el cual reveló los beneficios de los baños.
Así, hacia el 1800 se realizó unas pozas e instaló unas chozas de madera. Un año después se construyó el primer edificio, un pequeño alberge para los bañistas y un puente de piedra sobre el cauce del río para facilitar su acceso. Aunque no duraría demasiado tiempo en pie. Fue destruido un año más tarde por las inundaciones.
SIGLO XIX.
A lo largo de las primeras décadas del siglo XIX varios fueron los intentos de construcción de una casa de baños, siendo desbaratados todos ellos debido al antiguo curso del río y a las numerosas crecidas de las aguas del río Mayor.
En el año 1830, el ayuntamiento y la diputación del señorío de Vizcaya, ante el lamentable estado de abandono que presentaban los baños y tras unos nuevos análisis de las aguas, proyectan la construcción de un edificio balneario. Los conflictos políticos de la época y el estallido de la primera guerra carlista malograron el proyecto.
En el año 1845, el ayuntamiento desiste de la posibilidad de asumir otra reconstrucción, cediendo los terrenos y la propiedad de los manantiales a Rafael Guardamino Tejera, un acaudalado carranzano natural del barrio de Ranero residente en Madrid. Éste, primero en sociedad con otros pudientes carranzanos, y posteriormente como único propietario, acomete la construcción de un balneario, a la par que toma las medidas para evitar que se repitieran las catástrofes. Se procedió al desvío del cauce del río Mayor y a la traída de aguas hasta la casa, construyendo un sólido malecón para preservar los manantiales y el edificio de las impetuosas crecidas del río.
En 1849 las aguas del balneario de Molinar se declararon de uso curativo y medicinal. Y en 1883 un congreso de minería celebrado en Madrid les otorgó una medalla de plata por su calidad. De esta manera, Karrantza se puso de moda entre la nobleza.
En los años finales de la década de 1890, siendo ya su único propietario Ramón Bergé Guardamino, se ejecutan las obras de remodelación del hotel originario levantado por su tío Rafael Guardamino en 1847. Se reforma y amplia el edificio que hoy conocemos como Casa de Espiritualidad y Acogida.
PRIMER TERCIO DEL S. XX.
Las aguas de Molinar de Carranza se utilizaban en bebidas, baños, duchas y pulverizaciones. En 1907 se inauguró una innovadora cámara de inhalación para las curas con vapor de agua. Una verdadera joya, decorada con paisajes holandeses pintados a mano, que cayó en desuso con los adelantos tecnológicos.
De hecho, en el año 1911, tras la muerte de Ramón Bergé, su hijo Ramón Bergé Salcedo acomete nuevas reformas. Dota de instalación eléctrica a todo el balneario y adquiriendo equipamiento, a la altura de los mejores balnearios extranjeros. Asimismo, se implanta una instalación de diatermia aprovechando la aplicación eléctrica de alta tensión.
En el año 1913 se constituye en Bilbao la Sociedad Termas de Molinar de Carranza. Sociedad fundada para la explotación del balneario. Dos años más tarde, en 1915 ya el tren de la línea Bilbao-Santander ya paraba en el apeadero de Molinar. Y en 1926 se declaran de utilidad pública minero-medicinal.
A lo largo del primer tercio del siglo XX, coincidiendo con su etapa dorada, acudían al balneario veraneantes de toda condición económica para tomar los baños, llegando a ser uno de los más concurridos. Se transformó en cita obligada para una parte de la aristocracia y burguesía de la época, organizándose grandes fiestas. Por el balneario pasaron personajes como Antonio Maura (presidente del Consejo de ministros bajo el reinado de Alfonso XIII), el Obispo de Vitoria, el literato Azorín, entre otros muchos, así como renombrados condes y marqueses.
GUERRA CIVIL.
En 1936, el inicio de la Guerra Civil cortó en seco los alegres veranos de la élite. El balneario tuvo que ser cerrado. Ocupado por las tropas republicanas, el recinto fue utilizado para internar a los presos políticos. Posteriormente, se reconvirtió en hospital de guerra. En 1938, tras la ocupación de Carranza por los franquistas, lo que quedaba del balneario fue saqueado y destinado a campo de prisioneros.
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
Pasada la guerra, se volvió a reabrir el edificio. Esta vez de forma mucho más sencilla debido a la época de posguerra. Si bien, no duró mucho, ya que a partir de 1940 el gobierno requirió el uso del balneario para utilizarlo como campo de refugiados o internamiento temporal. Con ocasión de la Segunda Guerra Mundial y el sometimiento de gran parte de la Europa continental a la Alemania del Tercer Reich, un importante número de civiles y militares de distinta procedencia y perfil social huirían de la barbarie nazi. En gran medida se dirigieron hacia España, donde se generó un grave problema de orden público que se solventó poniendo a todos estos refugiados extranjeros, en su mayoría indocumentados y cuyo único delito había sido cruzar la frontera de manera clandestina, bajo la jurisdicción militar.
De esta manera, se procedió a ingresarles en el depósito de Miranda de Ebro, el cual pronto se vio desbordado. Ante esto, se optó por su descongestión con el envío de muchos de estos ciudadanos europeos a diversos balnearios distribuidos por el norte, entre ellos, el balneario el Molinar. La llegada de los refugiados estaba directamente relacionada con los avances y retrocesos del ejército alemán. Las primeras oleadas en 1941 y 1942 fueron de belgas, polacos, franceses y judíos que escapaban de la violencia nazi y de sus campos de concentración.
A partir de 1944, a raíz de la caída del flanco sur europeo en manos aliadas, la nacionalidad e ideología de los evadidos cambió de perfil. Ahora se trataba de tropas alemanas desertoras o personal colaboracionista del Reich que escapaban de la justicia de los países aliados. En este contexto, en los meses de octubre y diciembre de 1944, y procedentes de Miranda de Ebro, serán trasladados al balneario, aún centro de internamiento, un grupo de 500 aduaneros alemanes de la frontera pirenaica. Aquí permanecerían en régimen de libertad vigilada hasta enero de 1946, cuando fueron repatriados hacia Berlín.
POSGUERRA.
La guerra y la postguerra habían dejado el edificio principal en condiciones ruinosas. A pesar de ello, a finales de los años 40 llegan a Carranza sacerdotes de la Sociedad del Apostolado Católico, cuyos miembros son conocidos como Padres Palotinos, para ocupar los edificios del balneario, cedidos por Carmen de la Quadra Salcedo, viuda de Ramón Bergé Guardamino, como mayor partícipe de la sociedad de Las Termas de Molinar. La congregación de los Padres Palotinos ha gestionado el edificio desde entonces con breves interrupciones como colegio y casa de retiro espiritual.
En el año 1952 la comunidad habilita el edificio principal y funda el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, para jóvenes vocaciones. Colegio que mantendrá su actividad hasta el año 1957, época en la que, puesto en venta el Balneario, los Palotinos marchan de Carranza, hasta su regreso en 1960. Año en el que adquieren definitivamente la propiedad del balneario, para retomar la labor educativa. Crean un Colegio Comarcal y años después, en 1964, imparten estudios de filosofía a los jóvenes novicios que deseaban entrar en la Comunidad. Entre los años 1967 y 1976 se establece como Escuela-Hogar.
SIGLO XXI.
En la actualidad es conocido como Balneario Casa Pallotti – Termas de Molinar. Tras la rehabilitación del año 2003 ha vuelto a funcionar de nuevo como balneario, aprovechando las excelentes cualidades terapéuticas de sus aguas minero-medicinales. Además, se emplean tratamientos con hidroterapia y otras técnicas complementarias de masaje y estética termal. Todo ello en un entorno rural y tranquilo, donde ya en el siglo XVIII se certificaron los poderes curativos del agua que fluye por la zona.
Aguas termales en el Balneario de Karrantza.
El Balneario Casa Pallotti es uno de los más significativos de Euskadi. Desde que se hallaran los manantiales termales y hasta el día de hoy sus aguas tienen propiedades difíciles de encontrar. Son cloruro sódicas bicarbonatadas y cálcicas, de mineralización débil o absorción rápida.
Sus aguas mineromedicinales tienen multitud de propiedades curativas. Están especialmente indicadas para tratamientos del aparato locomotor y reumatismos, enfermedades de aparato respiratorio, alteraciones del sistema nervioso o afecciones renales, por ser antiinflamatorias y sedantes.
Tratamientos y circuitos.
En el Balneario Casa Pallotti de Carranza cuentan con unas instalaciones hidrotermales con tecnología avanzada. Aquí podréis relajaros con baños en la piscina termal o en bañeras de mármol. El agua brota directamente de los manantiales a una temperatura constante, próxima a los 30ºC. Así como, masajes bajo ducha (tipo vichy), duchas con distintas temperaturas y presiones, baños de vapor, sala de inhalaciones donde se puede inhalar agua termal oxigenada y pediluvio o lo que es lo mismo, hidromasaje en piernas.
Asimismo, el centro realiza técnicas complementarias. Cabe resaltar la fangoterapia y envolturas; masajes generales o parciales, entre los que se encuentra la chocolaterapia; masajes subacuáticos y bajo ducha, masajes con lámparas de haz de infrarrojos; y estética termal.
Consulta todos sus tratamientos, circuitos y masajes:
El Balneario Casa Pallotti se encuentra situado en el Valle de Karrantza, en el extremo más occidental de la comarca de Las Encartaciones, provincia de Bizkaia, limitando con Burgos y Cantabria. A medio camino entre Bilbao (55 Km) y Santander (60 Km), esto es, a menos de una hora de ambas capitales.
Para llegar a Karrantza existe la posibilidad de hacerlo en transporte público, a través del tren (línea FEVE Bilbao-Santander) o el autobús (compañía Bizkaibus). El municipio cuenta con un servicio de taxi público. Si bien, la mejor opción para venir es el vehículo particular porque te va a permitir además desplazarte y disfrutar con total autonomía de este privilegiado valle.
Exactamente el Balneario Casa Palloti se ubica en elBarrio Molinar núm 17, entre la carretera Bi-630 que une Balmaseda con Karrantza y el río Carranza donde vierten una serie de afluentes formando un río mayor, adentrándose de esta manera en el Valle por el desfiladero de Carranza. Así, sea cual fuere tu procedencia la vía de acceso sería la mencionada carretera Bi-630.
Alrededores del Balneario en Karrantza.
Las Termas de Molinar o Balneario Casa Pallotti se han convertido en un referente del Valle de Karrantza. Un valle que constituye un gran desconocido, siendo uno de los parajes naturales y salvajes más asombrosos de Euskadi.
Con el telón de fondo del Parque Natural de Armañón, cuenta con un entorno lleno de atractivos turísticos, proporcionando al visitante la ocasión de disfrutar de espectaculares espacios naturales como la Cueva de Pozalagua.
Donde comer y dormir en el Valle.
A pesar que el Balneario Casa Pallotti dispone de la posibilidad de alojamiento hotelero y servicio de restauración, el Valle de Karrantza ofrece una amplia gama de establecimientos que harán las delicias de los visitantes.
A diez minutos por ejemplo del balneario, en el barrio de Lanzas Agudas se halla nuestra Casa rural / Restaurante Gailurretan. Se ubica en un pequeño paraíso natural que da acceso a un maravilloso mirador del valle, así como a múltiples senderos que os transportaran a la naturaleza en su estado más puro.
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Un lugar donde poder descansar y disfrutar de la naturaleza. Deja atrás las preocupaciones y disfruta en pareja o entre amigos de este valle y de sus aguas.
Descubre los mejores planes que hacer en Las Encartaciones y en su privilegiado Valle de Karrantza.
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En Gailurretan, estaremos encantados de recomendarte actividades para toda la familia y planes con niños. Además de los espacios naturales, son muchos los lugares a visitar, el arte y cultura que ver, las rutas a recorrer, el turismo activo por realizar y alguna propuesta de salud y bienestar.
Descubre un montón de planes en plena naturaleza, a un paso de Bilbao.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO:
Ruta arquitectura eclesiástica:
Tenemos al menos una iglesia por cada concejo a cada cual más espectacular además de diversas ermitas, destacando la de Santa Cecilia en el barrio de Santecilla y la de San Bartolomé en Aldeacueva, construidas en los siglos XVII y XVIII, entre otras. Una ruta te ayuda a visitarlas.
Iglesia de San Bartolome en Aldeacueva.
Ruta arquitectura civil:
Diseminados por el Valle se encuentran diferentes Palacios de nobles locales como el de Villapaterna, Trevilla, Vicario, o la antigua casa-torre Elkano; y un rico muestrario de Casas de indianos, que muestran el movimiento migratorio de los siglos XIX y XX.
Chalet Harnáiz en el barrio de Concha
Rutas de masones y templarios:
La primera transcurre por el barrio de Biañez en torno a la figura de Romualdo Chávarri y la Iglesia de San Andrés que albergaba pinturas renacentistas del siglo XVI. La segunda en el barrio de Ahedo, nos confirma la existencia de templarios cuyos restos descansan en la Iglesia de San Miguel.
Estas rutas se pueden organizar de manera guiada desde Gailurretan en colaboración con Leykatur y Karrantza Gastronomika Turistika descubriendo deslumbrantes historias llenas de sorpresas y secretos.
VILLAS MEDIEVALES:
Lanestosa:
A 17 km. Villa encartada y la más pequeña de Bizkaia, indemne al paso del tiempo. Sus callejuelas empedradas y sus casonas de balcones corridos, han conservado la misma estructura desde su fundación en el siglo XIII.
Balmaseda:
A 35 km. Primera villa de Bizkaia con reminiscencias medievales, que desarrolló durante siglos una intensa actividad comercial y artesanal. Merece la pena ver sus iglesias, el convento de Santa Clara o el popular Puente Viejo.
Ambas villas se pueden conocer también a través de visitas guiadas programadas por el propio ayuntamiento y Alboan, respectivamente.
MUSEOS:
Antigua Fábrica Dolomitas:
A 8 km. (Bº Ambasaguas – Karrantza). La Fábrica Dolomitas es una antigua estación de descarga reseñable por su tranvía aéreo. Una manera de retroceder en el tiempo y conocer la importancia de la industria minera en el desarrollo de Enkarterri y Bizkaia.
Centro Etnográfico del Valle de Villaverde:
A 20 km. Las antiguas escuelas del Valle de Villaverde (Cantabria) esconden en su interior un viaje en el tiempo para conocer cómo vivieron nuestros antepasados, su vida cotidiana y oficios.
Museo de Las Encartaciones:
A 33 km. (Sopuerta). La antigua Casa de Juntas de Avellaneda acoge este museo, que muestra una visión histórica, política, etnográfica y patrimonial de la comarca y de sus habitantes.
Torre Loizaga:
A 35 km. (Galdames). Una torre de defensa del siglo XIII que acoge un museo de coches clásicos con una colección única en Europa de Rolls-Royce.
Colección de coches clásicos en Torre de Loizaga.
Museo de Boinas:
A 35 km. (Balmaseda). Antigua fábrica textil del siglo XIX, en plena revolución industrial, convertida en museo de nuestra prenda más distintiva, la txapela.
Museo de la Ferrería, El Pobal:
A 35 km. (Muskiz).Casa-Palaciodel siglo XVI que alberga un museo vivo de dos importantes actividades preindustriales de Bizkaia, la fabricación del hierro y la molinería, en un bello entorno.
Castillo de Muñatones:
A 40 km. (Muskiz). Este conjunto monumental del siglo XIV, en el contexto de las guerras de bandos, es la única torre de Bizkaia que merece la calificación de castillo, por su sistema de murallas exteriores. Además, está ligado a uno de los personajes históricos más singulares, el poderoso Lope García de Salazar, hombre de armas y de letras.
Su visita cuenta con una entrada combinada: Castillo + Ferrería El Pobal
ARENATZarte:
A 40 km. (Güeñes). Un museo al aire libre cuyo objetivo es la interrelación del arte vanguardista con un espacio natural, como es el parque botánico de Arenatza, que te permite pasear entre esculturas y árboles centenarios.
Cada año en septiembre ARENATZarte se convierte en escenario del mítico Concurso de Vestidos de Papel de Gueñes.
RUTAS VERDES:
El Valle de Karrantza así como sus alrededores ofrecen multitud de itinerarios donde practicar senderismo o mountain bike. Además en la casa rural Gailurretan podemos proponer diversas rutas por el Parque Natural de Armañon y los bosques de Ordunte.
También existe la posibilidad de realizarlas, a pie o en 4×4, acompañado de un guía de Carrantia.
Monte Kolitza:
El monte Kolitza coronado por la ermita románica de San Sebastián y San Roque es uno de los picos más emblemático de Enkarterri. Sus 879 m. de altitud ofrecen una impresionante panorámica sobre Balmaseda y los valles circundantes. El alcance de sus vistas le merecieron el título de monte bocinero, desde donde se llamó durante siglos a Juntas Generales con hogueras y toques de corneta.
Vía verde de los Montes de Hierro, Burdinmendi:
La Vía Verde arranca junto a la estación de tren del barrio de Traslaviña, en Artzentales. Tiene 42 km y transcurre por espectaculares panorámicas atravesando antiguos túneles del ferrocarril minero. Discurre por los municipios de Muskiz, Galdames, Sopuerta y Artzentales. Se puede recorrer también a bordo de karts a pedales.
Paseo Itsaslur:
Antigua vía de tren acondicionada para pasear que coincide con la Ruta de la Costa del Camino de Santiago. Inmejorables vistas del litoral cantábrico a lo largo de sus más de 2 km de distancia.
ACTIVIDADES AVENTURA:
Sopuerta Abentura:
A 35 km. (Sopuerta). Un parque de aventura con tirolinas y juegos en los árboles.
Mendian Zalziz:
A 35 km. (Sopuerta). Paseos a lomos de un caballo y en poni para los peques de la casa.
Ociokart:
A 40 km. (Güeñes). Uno de los mejores circuitos de Karts de Euskadi para que la gente disfrute de la velocidad.
Paint Ball Aventuras:
A 40 km. (Güeñes). Juegos de guerra con pintura en plena naturaleza.
Bizkaia Park Abentura:
A 40 km. (Güeñes). Parque infantil para niños entre 1 y 13 años, con diferentes áreas de juego. Un mundo de piratas.
SALUD Y BIENESTAR:
Balneario Termas de Molinar:
A 9 km. (Karrantza). Balneario construido a finales del siglo XIX de estilo vasco-francés, muy bien conservado, con aguas minero medicinales.
Orekan:
Terapias manuales relajantes, aromaterapia, piedras volcánicas, reflexología podal, rehabilitación, envolturas. Ofrece servicios en la propia Casa rural.
ENOTURISMO:
Descubre los paisajes de Enkarterri y degusta el sabor del txakoli elaborado en esta comarca a través de las propuestas ofrecidas por bodegas como Virgen de Lorea en Zalla y Bodegas de Galdames, o Casona Micaela en el Valle de Villaverde.
Asimismo, en nuestro restaurante podrás saborear uno de los txakolis de autor más reconocidos de Euskadi.
AGROTURISMO:
Vista Alegre Baserria:
A 10 km. (Bº Matienzo – Karrantza). En el caserío Vista Alegre se puede visitar las vacas y la sala de ordeño, los prados y la quesería-obrador, explicándote cómo producen su propia leche y elaboran productos lácteos derivados (quesos y yogures) de manera artesanal y ecológica.
Productos lácteos del Caserío Vista Alegre en el Valle de Karrantza.