Desde Gailurretan os sugerimos qué ver en Santander en un día. Sin duda os faltará tiempo, pero se trata de aprovechar al máximo esta excursión o escapada, repleta de sorpresas junto al Cantábrico, donde cada rincón despierta emociones y te recuerda que aún con prisas hay tiempo para enamorarse de una ciudad.
Esencia marítima, gastronómica y cultural
Santander os atrapará por su carácter marítimo, su gastronomía y su atractivo anillo cultural. Para conocer Santander os vamos a proponer un itinerario bastante completo con las zonas que más merecen la pena y los edificios más emblemáticos de la Puebla Vieja y el ensanche. Pasea por sus calles y conoce la esencia de esta ciudad.
Ruta propuesta
Hemos diseñado una ruta circular que arranca junto a la Catedral de la Asunción y recorre 15 paradas imprescindibles. Si vas en tren, el cercanías Bilbao–Santander, con parada en Carranza, te deja en Plaza de las Estaciones, a un paso de la Catedral. Si prefieres el coche, el parking Alfonso XIII en el Paseo Pereda es tu mejor opción. Para casi todos los sitios que mencionaremos, el aparcamiento es de zona azul.
1. Catedral de la Asunción
Su imponente pórtico gótico te recibirá como un faro de historia y espiritualidad en pleno corazón de Santander, sentirás un salto al siglo XIII. En la parte inferior habita la parroquia del Santísimo Cristo; más arriba, la Nave de la Asunción culmina con una cúpula octogonal y un claustro que susurra leyendas medievales. A sus pies, la Plaza de las Atarazanas despierta con tiendas y cafés en la calle Lealtad y la peatonal Cádiz. Finalmente, no dejes de subir al Centro de Interpretación en la torre: Santander se extiende a tus pies como un tapiz marino. ,
2. Centro Botín
Cuando llegues a los Jardines de Pereda, alza la mirada y descubrirás que el edificio de Renzo Piano parece flotar sobre el agua. Por ejemplo, sus pasarelas de acero evocan la proa de un barco de ensueño. Luego, explora sus exposiciones y talleres y, a continuación, sube por las escaleras exteriores. Desde lo alto, la bahía te regala una panorámica que dejará tu pulso acelerado.

3. Jardines de Pereda y alrededores
Frente al Cantábrico, los Jardines de Pereda invitan a un paseo pausado bajo la sombra de este pequeño bosque urbano. Asimismo, la estatua de José María de Pereda parece detener el tiempo, mientras que la Plaza de Alfonso XIII —popularmente conocida como de las Farolas— se ilumina con un brillo amable al caer la tarde. Por una parte, el Banco de España, con su aire de palacio renacentista, evoca años de bullicio financiero; por otra, el edificio de Correos, custodiado por leones de bronce, resguarda buzones centenarios que aún guardan ecos de cartas y secretos.
Seguidamente, entre fuente y fuente —desde la divertida “Los Meones” hasta la emotiva dedicada a Concha Espina— se alza el clásico edificio del Banco Santander, de 1875, coronado por estatuas que celebran arte, cultura, comercio y navegación. Finalmente, en el centro, la rotonda del Olivo emerge, silenciosa y rotunda, como el corazón del paseo, donde el murmullo del agua y el susurro de las hojas componen la banda sonora perfecta para saborear la esencia de Santander.
4. Paseo Marítimo
Primero, sigue el trazado del Paseo de Pereda y contempla las casas con balconadas al mar, herederas de estilos que abarcan desde el siglo XVIII hasta el XIX. A continuación, la Grúa de Piedra y el Palacete del Embarcadero (antigua aduana) son paradas obligadas. Después, sin quitar ojo al vaivén de las gaviotas, continúa hasta Puerto Chico, el antiguo puerto pesquero que aún late con historias.

5. Los Raqueros y Museo Marítimo
Frente al agua, el monumento a Los Raqueros inmortaliza a los niños que se lanzaban a por monedas. Muy cerca, una escultura recuerda al poeta José Hierro. El Museo Marítimo del Cantábrico te sumerge en la biodiversidad local: tiburones, moluscos y exposiciones interactivas te acercan al corazón del Cantábrico.
6. La Duna
Junto al Palacio de Festivales y al Planetario, La Duna de Zaera emerge como una grada natural frente al agua. Si te sientas aquí al atardecer, el azul del mar se funde con el verde de Pedreña y, en días claros, con la niebla que acaricia las cumbres de la Cordillera Cantábrica. Sin duda, arquitectura y paisaje se dan la mano en un espectáculo único.
7. El Soho santanderino
Desde Puerto Chico, la calle Hernán Cortés vibra con tiendas de creadores emergentes, galerías de arte y locales donde la música se cuela por la puerta. A un paso está la Plaza de Cañadío y la iglesia de Santa Lucía. Sin quererlo, acabarás en la Plaza Pombo, epicentro de tertulias futboleras y de café bajo soportales centenarios.
8. Funicular del Río de la Pila
Para cambiar de plano, sube al funicular (gratuito y en servicio de 6:00 a 24:00). En solo tres minutos llegarás a la estación superior, desde donde Santander despliega su mosaico de bahía, tejados y montañas.
9. Mercado del Este
El Mercado del Este, levantado en 1839 y rehabilitado con mimo, acoge puestos de pinchos y el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Prueba las gildas, las rabas y déjate llevar por el bullicio, porque aquí, ayer se comerciaba y hoy se celebra la vida urbana.
A pocos pasos, la iglesia del Sagrado Corazón, un templo neogótico erigido en 1914, vigila la plaza con sus esbeltas torres y ofrece un remanso de paz tras la animación del mercado. Entre la calle Arrabal y la del Medio late el auténtico espíritu del tapeo santanderino.
10. Refugio antiaéreo
Sumérgete en la memoria de la Guerra Civil bajando al refugio de la plaza del Príncipe. No apto para claustrofóbicos, ofrece una atmósfera cautivadora. Muy cerca, el Centro de Interpretación de los Antiguos Muelles acaba de abrir sus puertas, revelando vestigios portuarios de los siglos XVI al XIX.
11. Plaza Porticada
Al asomarte a la Plaza Pedro Velarde, sentirás el eco de la reconstrucción tras el incendio de 1941. Los pórticos neoherrerianos dibujan un escenario que, en los años cincuenta, fue plaza mayor de la música en España. Aquí se alzan el edificio de Defensa, el monumento a Velarde y restos de la muralla medieval. Bajo el pavimento, el Centro Arqueológico de la Muralla te cuenta la evolución de la ciudad desde el Medievo.
Desde la plaza, un corto paseo te lleva al Mercado de la Esperanza, con su lonja de hierro y sus puestos de frutas, verduras y productos locales donde la vida cotidiana bulle a primera hora. Al dejar atrás los aromas del mercado, asciende por la calle Alta hasta la fachada del Ayuntamiento, imponente con su reloj y balcones que han sido testigos de celebraciones y actos oficiales. Para cerrar este paseo, vuelve al punto de partida junto a la Catedral.
12. Barrio Pesquero
A la hora de comer puedes adentrarte en el latido auténtico de Santander: restaurantes de orilla, redes secándose al sol y conversaciones saladas. El Barrio Pesquero nació cuando los marineros se mudaron desde Puerto Chico y la industria atrajo gentes de toda Cantabria. Aquí repón fuerzas con un cocido montañés, rabas crujientes, anchoas caseras o un jugoso entrecot.

13. La Magdalena
Tras el almuerzo, visita la península de La Magdalena: 24,5 hectáreas de playas, jardines y un pequeño zoo. Si viajas con niños, el “magdaleno” —el tren turístico— hará las delicias de los más pequeños. A su vez, recorre la playa de Los Bikinis, sube al Embarcadero Real y admira el Faro de la Cerda. Finalmente, en la cima, el Palacio de la Magdalena (antigua residencia veraniega de Alfonso XIII y hoy sede de la UIMP) se alza como un regalo al atardecer. No te vayas sin explorar el muelle de las Carabelas, evocación de los viajes de Colón y las hazañas de Vital Alsar.
14. El Sardinero
A minutos de La Magdalena, El Sardinero seduce con su playa de 2 km y su aire aristocrático. El Gran Casino (1916) y el Hotel Sardinero dan la bienvenida a un barrio de chalés señoriales.
Desde los Jardines de Piquío, el Cantábrico se muestra en todo su esplendor. Luego, el Parque de Mesones ofrece un remanso de paz donde el sonido de las olas se convierte en banda sonora. Cuando el sol caiga, regálate un helado y contempla los reflejos dorados en el horizonte.
15. Faro del Cabo Mayor
Para el gran final, conduce hacia el noreste y alcanza el Faro del Cabo Mayor, encendido por primera vez el 15 de agosto de 1839. A 91 metros sobre el nivel del mar, su luz inquebrantable vigila acantilados y playas vírgenes. Inhala el aire salado, observa los riscos y siente cómo la naturaleza te envuelve en un abrazo infinito al atardecer.

¿Te animas a seguir el latido del Cantábrico? Organiza tu escapada de un día a Santander, recorre esta ruta al detalle y comparte tus instantes más inolvidables con #GailurretanSantander. ¡Nos vemos en la bahía!

Deja una respuesta